Markito
tiene cuatro años. Desde su nacimiento y hasta el año y
medio, todo en su vida transcurrió normalmente. Jugaba con sus
hermanos, gateaba, caminaba y empezaba a decir palabras y frases
cortas.
Luego
de recibir las vacunas de calendario de los 18 meses, su vida y la
nuestra cambiaron abruptamente, dejó de hablar en pocos días,
dejó de mirar a quienes le hablábamos y de darse vuelta al
mencionar su nombre.
A
partir de allí comenzamos a buscar explicaciones a semejante cambio,
y luego de consultar especialistas y hacer varios test nos
dieron su diagnóstico: TGD (espectro autista).Los especialistas
en el tema nos dijeron: “Si el niño hablaba y prestaba
atención, y luego de ser vacunado dejó de hacerlo, uno de los
detonantes fue el timerosal”.
Es
muy importante vacunar a nuestros hijos, así como aumentar el
calendario de vacunación en el país a niveles similares a los del
primer mundo, pero también es fundamental que esas vacunas
que los niños reciben no contengan mercurio.
Comenzamos a hacerle estudios y análisis de todo tipo; sin embargo, ninguno nos explicaba el origen de este trastorno ya que por los estudios genéticos sabíamos que había sido adquirida, no heredada.
El timerosal tiene 50% de mercurio y se usa como conservante para las vacunas. En Europa y en Estados Unidos ya se comenzó a eliminar de las vacunas.
Chile
es el primer país de Latinoamérica que ya cuenta con una ley
que prohíbe el uso del timerosal en vacunas; pero la Argentina
ni siquiera trata el tema.
La
experiencia que vivimos con Markito no queremos que la vivan otros
papás. Los estudios existen, y muchos países ya están
protegiendo a los chicos de estos terribles compuesto que se agregan
a las vacunas. Esto puede evitarse con una ley.
Muchas
gracias
Valeria
y Gerardo,
Papás
de Markito
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