Un poco de historia
Contribuciones
y fondos de la Fundación Rockefeller puede verse bien en la superficie, sin
embargo, el control que viene de él es enorme. Por ejemplo, el modelo médico
actual se originó con los Rockefeller en torno al cambio de siglo. En el 1900,
John D. Rockefeller creó el Instituto para la Investigación Médica, que sentó
las bases para la investigación en salud y desarrollo.
Luego, en 1913,
la Fundación Rockefeller se convirtió en uno de los mayores financiadores de la
investigación médica. Ellos recogidos a mano los científicos y los médicos que
se consideraban dignos de financiación, con un fuerte énfasis en la
farmacología. Este paradigma de tratamiento de drogas fue trasladado a las
universidades, muchos de los cuales todavía están financiados o fueron
establecidas inicialmente por la Fundación Rockefeller. De esta manera, el
fármaco basado en la atención médica se ha convertido en la norma.
El sistema de
salud actual se arraigó en torno al cambio de siglo, cuando la AMA, la
Fundación Rockefeller y la Fundación Carnegie forjaron una alianza. Ellos
pusieron su dinero en drogas basada en la investigación y el hecho de
poner, como veremos luego, el foco principal en la
"salud". Desde entonces, los Rockefeller y la élite bancaria han sido capaces de controlar y beneficiarse
enormemente de la industria farmacéutica. La AMA - que es la mayor asociación
de médicos en los EE.UU. - refuerza el paradigma de tratamiento de drogas en
gran medida haciendo lobby en el Congreso americano y en la publicación de una de las
revistas más influyentes, JAMA, que es en gran parte financiada por los
anunciantes de productos farmacéuticos. También se dedica a la supresión de los
tratamientos de salud alternativos, como la cura para el cáncer del Dr Royal
Rife que veremos después. Como resultado tenemos que las estadísticas del 2010 señalan que más de
medio millón de estadounidenses mueren de cáncer
Salud
Ya resulta clásica la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
fundada por los Rockefeller: "Es el completo estado de bienestar físico,
mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades".
En una primera lectura, tal definición parece
impecable, pero analizándola en profundidad, aparecen tres inconvenientes:
1) Es utópica: "el completo estado de bienestar..." es imposible, al menos en esta vida.
2) Es retórica: no sirve operativamente para planificar un programa de salud.
3) Es "medicalizante": esto es lo más grave, ya que todo aquello que no sea "completo estado de bienestar..." es decir, la cotidianeidad, pertenece al ámbito de la medicina.
1) Es utópica: "el completo estado de bienestar..." es imposible, al menos en esta vida.
2) Es retórica: no sirve operativamente para planificar un programa de salud.
3) Es "medicalizante": esto es lo más grave, ya que todo aquello que no sea "completo estado de bienestar..." es decir, la cotidianeidad, pertenece al ámbito de la medicina.
La medicalización [1]
no es una función de la medicina científica, más bien es un requisito funcional
de los sistemas dominantes con el objetivo de control social, a través de
funciones de normatividad, disciplinamiento y estigmatización.
Como efectos de ésta, el Estado se
desresponsabiliza de su función sustantiva y activa de proteger y cuidar la
salud de los ciudadanos y, por otra parte, se "individualiza" en los
pacientes la "culpa" de lo que les sucede en una clara
"criminalización de la víctima" (si te enfermaste, "por algo
será")
Los conflictos sociales se transforman en
patologías individuales. Pero también "medicaliza" a los médicos, a
través de sistemas perversos de atención (por ejemplo, asistir a un paciente en
cinco o diez minutos) y a la presión de la industria fármacotecnológica en
medicina, a ejercer una práctica individualista, biologicista, mercantilista,
pragmática, deshumanizada (tanto para el paciente como para el médico)
a-histórica y a-social.
Los mismos poderes que controlan a la AMA y sus
investigaciones y fondos, controlan también a las empresas farmacéuticas, con
un incentivo financiero multimillonario que se encarga de hacer desaperecer las
curas que no se pueden patentar, como el caso del Dr Royal Raymond Rife que en
los años 20 inventó la resonancia coordinativa con resultados muy prometedores
contra el cáncer, con un trabajo publicado en el año 1934 en la Universidad de
Sur de California con 16 pacientes terminales, quienes habían superado la
enfermedad. Un sospechoso incendio del laboratorio donde se llevaba a cabo su tecnología
terminó archivando todo su trabajo. Morris Fishbein, director de la JAMA,
consiguió acabar con Rife y su prometedor esfuerzo cayó en el olvido en todo el
mundo médico.
En conclusión, los médicos se ven obligados a
"canjear" quejas sociales por recetas (en especial, psicofármacos);
más que victimarios, víctimas (junto con los pacientes) de un modelo
"médico hegemónico" [2].
Veamos, en cambio, otra definición de salud
propuesta por el X Congreso Catalán de Médicos y Biólogos, Barcelona, 1988:
"Salud es la manera de vivir libre, solidaria, responsable y feliz. Es un bien ser y no un bien-estar" (en
obvia alusión a la definición de la OMS).
Esta definición des-medicaliza a la salud y la
considera un derecho humano y como tal es universal, igualitario, innegociable
y un deber del Estado asegurar su acceso a toda la población.
La concepción neoliberal, en cambio, la
considera una mercancía que debe entrar en las leyes del mercado y cuando esto
ocurre los enfermos se vuelven más enfermos.
En el informe de la OMS, Salud en el Mundo, año
1999, los 10 mejores países en sistemas de salud justamente son aquellos en que
el Estado tiene una participación activa y sustantiva en este rubro (Francia,
Inglaterra, Alemania, países escandinavos, Cuba, entre otros). Desafortunadamente
la Argentina figura en el puesto 75 sobre un total de 199 países. En
definitiva, la salud es una decisión política.
Enfermedad
Consideraré
tres dimensiones:
A. - La enfermedad biológica, esto es, la mirada médica, las objetivaciones medibles, síntomas y signos por registrar.
B. - El padecimiento [3], o sea, la mirada del propio paciente (apócope de padeciente). La experiencia social de lo vivido humano como enfermo, las subjetividades dolientes.
C. - El sufrimiento, la construcción social de la enfermedad [4,5] que analiza lo histórico, lo político, lo ideológico, lo económico y lo social.
A. - La enfermedad biológica, esto es, la mirada médica, las objetivaciones medibles, síntomas y signos por registrar.
B. - El padecimiento [3], o sea, la mirada del propio paciente (apócope de padeciente). La experiencia social de lo vivido humano como enfermo, las subjetividades dolientes.
C. - El sufrimiento, la construcción social de la enfermedad [4,5] que analiza lo histórico, lo político, lo ideológico, lo económico y lo social.
De allí que se puede afirmar que las
enfermedades tienen dos causas fundamentales: las necesidades básicas
insatisfechas y las esperanzas frustradas.
Estas causas son el "campo de cultivo"
para las causas "médicas", que no son más que la expresión biológica
de la construcción social de la enfermedad.
Un desocupado se enferma no solamente porque no
tiene acceso a una buena alimentación y a remedios, sino también y fundamentalmente,
porque sistemas políticos injustos le han destrozado la esperanza (y la
posibilidad) de un trabajo digno para mantener decorosamente a su familia. Está
ampliamente aceptada en todos los medios científicos la repercusión psicosocial
sobre los mecanismos defensivos inmunológicos [6].
En los tiempos que corren a las dos ya citadas
causas básicas de enfermedad, cabe agregar una tercera: la
corrupción. Esta debe ser visto desde el campo sanitario, más
allá de las consideraciones éticas y sociales, como causa de enfermedad, porque
cuando se "distraen" (para emplear un eufemismo) recursos de salud
para fines menos dignos, cuando no francamente espúreos, hay más gente que
enferma.
Nos está pasando algo peor que la corrupción, es
acostumbrarnos a la corrupción porque de allí a admirar al corrupto hay un solo
y fácilmente franqueable paso, y de admirarlo premiarlo. Cuando veo no sólo en
nuestro país, que engalan con medallas las solapas de ciertos señores, recuerdo
los versos atribuidos a Benedetti: "En la época de las bárbaras naciones,
de las cruces colgaban los ladrones y ahora en la época de las naciones de las
luces, del pecho de los ladrones cuelgan las cruces". Esto es hablar de
medicina, es hablar profundamente de medicina, porque como decía Carillo.
"Tengo miedo de los médicos que solamente
saben medicina". Quizás inspirado en aquel dictum
de Larramendi, filósofo español del siglo XVIII, "los
médicos que solamente saben medicina, ni medicina saben".
Si se toma a la tuberculosis como enfermedad emblemática
de la pobreza, las cifras en nuestro país son elocuentes: 17.000 casos nuevos
por año y una muerte cada 8 horas [7],
correlacionado con el aumento de la pobreza: según el INDEC para el 2000, el
40% de familias con necesidades básicas insatisfechas.
Como puede ser esto en un país que produce 90
millones de toneladas anuales de alimentos [8],
suficientes para 300 millones de personas y, sin embargo, se muere un chico
menor de 5 años cada 50 minutos [9],
fundamentalmente por desnutrición (aunque los certificados de defunción
mencionen neumonía, meningitis u otras causas "médicas").
Es que estamos viviendo un modelo ideológico (no
económico) que instrumenta la economía para conseguir fines políticos y
sociales de concentración de poderes y riquezas en unos pocos comensales
insaciables con exclusión de muchos espectadores hambrientos.
Los resultados están a la vista: según datos del
INDEC, la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre en 1986 era de 22 veces
y, para 1999, ascendió a 176 veces.
Para un modelo así, la corrupción es un
requisito funcional; el informe de Transparency International publicado en los
medios (Diario La Nación, 15 de Mayo de 2002) sobre 191 países, de menor a
mayor corrupción, la Argentina figura en el puesto 75.
Resulta interesante que los países menos
corruptos coinciden con los de mejor sistema de salud, según el informe de la
OMS a que se hizo referencia.
Por lo tanto, no es "natural" la
pobreza, tampoco la enfermedad ni la corrupción; todas ellas son decisiones políticas,
en tanto son construcciones sociales.
No es un problema de falta de recursos, sino de
distribución injusta, inmoral de éstos. De acuerdo con el ya mencionado informe
sobre salud de la OMS, el 80% de los recursos del área se aplican solamente en
el 20% de la población mundial. En 2010, 1 de cada 7 personas no tenía lo
suficiente para comer.
Pero, para esto, según Carillo [10], se necesitan: unidad de comando,
coherencia ideológica, administración transparente y eficiencia de los
recursos, circunstancias todas que, por ahora, brillan por su ausencia.
Según datos de los Ministerios de Salud y de
Economía [11], el gasto total
en salud para 2002 fue de 26 mil millones de pesos distribuidos según los
subsectores: privado 42%, obras sociales 38% y estatal 20%. Si sumamos estos
dos últimos y con las 5 premisas de Carillo, tendríamos una cápita mensual de
60 pesos para todos los argentinos que no tienen cobertura privada. Entonces,
¿los recursos son escasos?.
Bibliografía. 1era. parte
- Conrad
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- Menéndez E. Modelo médico
hegemónico. Cuadernos
Médicos Sociales, Rosario 1985, número 33.
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illness and back again Lancel 1991; 337:1013-1016.
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M. El proceso salud-enfermedad-atención. Departamento de Antropología, Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad de Bs. As., Documento de Trabajo 1-9,
1992.
- Herzlich
C, Pierret J. De ayer a hoy: construcción social del enfermo. Cuadernos
Médicos Sociales, Rosario, 1988, número 43.
- Maglio
F. El sida como "enfermedad social"?. Quirón 1995; 26: 57-64.
- Dirección
Nacional de Vigilancia Epidemiológica. Ministerio de Salud de la Nación,
1998.
- Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria, 1991.
- Sociedad
Argentina de Pediatría, 1991.
- Carillo
R. Contribución al Conocimiento Sanitario. Buenos Aires: EUDEBA; 1974.
- Datos
de los Ministerios de Salud y de Economía de la Nación.
SEGUNDA PARTE
Etica y justicia en la distribución de recursos en salud
Encuadre ideológico
Etica y justicia en la distribución de recursos en salud
Encuadre ideológico
Hay dos posiciones claramente antagónicas: la
salud como derecho humano personalísimo y la salud como mercancía en la
economía de mercado.
Para la primera, jurídicamente es un derecho
positivo y en consecuencia una decisión política en tanto el Estado interviene
activa y sustantivamente para asegurar a toda la población no sólo la promoción
y protección de la salud sino el derecho a la atención de la enfermedad, en
forma igualitaria en cantidad y calidad independientemente de la situación
social, económica o cultural.
En cambio, para la segunda posición ideológica,
la salud entra en el sistema de oferta y demanda. Es un derecho, en términos
jurídicos negativo, esto es que el Estado simplemente tutela la promoción y
protección de la salud, mientras que la atención de la enfermedad entra como
mercancía en la economía de mercado.
Quienes poseen los medios económicos entran en
ella y los que no, serán provistos por la beneficencia pública o privada.
En esta posición la salud de la población
también es una decisión política pero enmarcada por las leyes del mercado.
Conviene aquí recordar lo expresado por Kennelh Arrow, Premio Nobel de Economía
en 1963: "La sola aplicación de las leyes del mercado hace a los enfermos
más enfermos" [1]
En los últimos años se ha profundizado la brecha
entre ricos y pobres [2] como
producto de un proyecto ideológico neoliberal que instrumenta la economía para
perseguir fines políticos y sociales con concentración de saberes, riquezas y
poderes en unos pocos comensales insaciables con exclusión de muchos
espectadores hambrientos.
Resultante de este modelo es que el 80% del
gasto mundial en salud se concentre tan sólo en el 20% de la población,
teniendo que arreglarse el 80% restante solamente con el 20% de los recursos [3].
De tal manera que los así llamados "grupos
de riesgo" para enfermarse son en realidad modelos de fragilización social
y esta ideología imperante los convierte de víctimas en culpables de su
situación [4].
Esta culpabilización de la víctima operando
moralmente los estigmatiza con el mensaje, ya clásico, que se
"merecen" estar enfermos: por no trabajar, por no estudiar, por no
cuidarse, en fin por no estar "a la altura" de los sanos, son
"candidatos" a enfermarse [5].
La antropología médica crítica nos muestra el
proceso salud-enfermedad-atención como un constructo social y a su vez su
producto, analizando y mensurando lo histórico, lo ideológico, lo político, lo
económico, lo social y lo cultural en la génesis de dicho proceso [6].
Nada es al azar - en palabras de Borges-:
"Todo encuentro casual es una cita", por lo tanto debe abordarse el
mencionado proceso como la articulación entre construcciones sociales y médicas
con relaciones hegemónicas, para problematizarlo de esta manera como un
escenario político con desiguales relaciones de poder y un "campus"
(en el sentido de Bourdieu) de disputa entre actores sociales [7].
En este aspecto toda decisión política necesita
un encuadre ideológico para el reconocimiento crítico de la construcción social
de la normatividad con sentidos morales de control y estigmatizaron.
También el mismo reconocimiento para las
relaciones de poder que estructuran dicha construcción.
De tal manera los así llamados derechos de los
pacientes, son en realidad derechos humanos
en tanto que los enfermos son primariamente personas y, como tales, en el
sentido kantiano, tienen dignidad y no precio, son sujetos y no objetos, son
fines en sí mismos y no medios.
Plantear los derechos humanos más que desde el
discurso como:
- conflictos en su concreción
- aspiraciones de justicia
- exigencias legales: donde hay una necesidad hay un derecho.
- conflictos en su concreción
- aspiraciones de justicia
- exigencias legales: donde hay una necesidad hay un derecho.
De no ser así los derechos humanos no son más
que "consuelos metafísicos" (R. Rorty)
La salud en tanto derecho humano básico y
personalísimo debe ser:
- universal, absoluto, innegociable, inalienable y positivo, esto es, el Estado se hace cargo y no simplemente "tutela".
- universal, absoluto, innegociable, inalienable y positivo, esto es, el Estado se hace cargo y no simplemente "tutela".
La dignidad no es un derecho humano más, es la
esencia y fundamento de todos los
derechos humanos, habida cuenta que la dignidad es la no-instrumentalización de
la persona.
Jonathan Mann en el X Congreso Mundial sobre
Sida en Japón, 1994, lo definió con claridad meridiana: "Promover y
proteger los derechos humanos es un trabajo tan concreto como cualquier otro
trabajo en el campo de la salud"
Propuestas
Un programa de salud debería basarse en los siguientes principios éticos:
1.-
Universalidad
En tanto la salud es un derecho humano principalísimo ninguna persona puede quedar excluida. No hay para esto excusas económicas o políticas.
En tanto la salud es un derecho humano principalísimo ninguna persona puede quedar excluida. No hay para esto excusas económicas o políticas.
El país gasta en salud el 8% de su Producto
Bruto Interno, pero en un sistema inequitativo, perverso y corrupto de
distribución de recursos. Costa Rica con una inversión de quinientos dólares
menos per cápita, tiene la mitad de mortalidad infantil [2].
En la distribución de recursos debe evitarse
cualquier "focalización". Asistencialismo sin fuentes de trabajo, es
humillación.
2.- Igualdad
No hay una salud de mínimos y una salud de máximos, es como decir una salud "villera" y una salud "VIP". Toda persona, independientemente de su condición social, económica y cultural tiene derecho a la mejor calidad de atención. La misma siempre es de máxima, no hay poca salud o mucha salud, hay salud o no hay salud.
No hay una salud de mínimos y una salud de máximos, es como decir una salud "villera" y una salud "VIP". Toda persona, independientemente de su condición social, económica y cultural tiene derecho a la mejor calidad de atención. La misma siempre es de máxima, no hay poca salud o mucha salud, hay salud o no hay salud.
Muchas veces la atención primaria de la salud se
convierte en una atención "primitiva" de la salud, con niveles
mínimos e insuficientes de atención, invocando escasez de recursos.
Según el gasto que hemos mencionado para
Argentina cabe preguntarse: ¿escasez para quiénes? ¿para todos o para los
desposeídos?
3.- Equidad
Siguiendo el segundo principio de la teoría de la justicia de John Rawls, la equidad en la distribución de los recursos debe ofrecer algo menos a los que de por sí tienen más, para de esta forma poder dar más a los que de por sí tienen menos. Más aún, siguiendo el tercer principio de la teoría en cuestión, el de la diferencia, ésta es éticamente aceptable si beneficia al más desposeído [9].
Siguiendo el segundo principio de la teoría de la justicia de John Rawls, la equidad en la distribución de los recursos debe ofrecer algo menos a los que de por sí tienen más, para de esta forma poder dar más a los que de por sí tienen menos. Más aún, siguiendo el tercer principio de la teoría en cuestión, el de la diferencia, ésta es éticamente aceptable si beneficia al más desposeído [9].
4.-Participación
La comunidad es nuestra auditora "natural" y como tal debe participar en todas las etapas de una política de salud, tanto en la planificación, como en la ejecución y en la evaluación.
La comunidad es nuestra auditora "natural" y como tal debe participar en todas las etapas de una política de salud, tanto en la planificación, como en la ejecución y en la evaluación.
Pero participar significa intervenir en la toma
de decisiones, de no ser así es retomar a viejas propuestas materialistas y
funcionalistas que no hacen más que cumplir funciones de control social,
legitimación de la subalternidad y abaratamiento [10].
En la experiencia de Oregon en USA, se demostró
que cuando la gente decidía cómo distribuir los recursos en salud, no solamente
éstos alcanzaron sino que aumentó sustancialmente el grado de satisfacción de
los propios usuarios
[11].
[11].
5 - Solidaridad
La resignación y la desesperanza son malas consejeras. La solución vendrá con el ejercicio de la solidaridad. Esta deberá implementarse en tres nivelea.
La resignación y la desesperanza son malas consejeras. La solución vendrá con el ejercicio de la solidaridad. Esta deberá implementarse en tres nivelea.
a- Nivel macro:
La solidaridad debe constituirse en una estrategia política para una redistribución equitativa del ingreso a fin de revertir la penosa e inmoral situación en nuestro país que en los últimos diez años fueron transferidos al 20% más rico treinta y cinco mil millones de dólares y sustraídos veinticuatro mil millones al 20% más pobre [12].
La solidaridad debe constituirse en una estrategia política para una redistribución equitativa del ingreso a fin de revertir la penosa e inmoral situación en nuestro país que en los últimos diez años fueron transferidos al 20% más rico treinta y cinco mil millones de dólares y sustraídos veinticuatro mil millones al 20% más pobre [12].
Se necesita una decisión política para revertir
esta situación, por ejemplo, implementar la Tasa Tobin en las transacciones
financieras sin fines productivos, volcando ese producto en educación y salud como
propone ATTAC (Asociación para la aplicación de Tasa Tobin y ayuda al
ciudadano) [13].
Otro ejemplo: en nuestro país los impuestos que
gravan la producción y el consumo representan el 11 % del Producto Bruto
Interno, mientras que los que gravan la renta y la riqueza personal son el 2%
del mismo.
Apelando a la metáfora podría definirse a esta
política tributaria como el juego del “Jenga” se sacan los de abajo y se los
ponen arriba.
Revertir esta situación seria una estrategia
política de la solidaridad, como también implementar un I.V.A. discriminado con
valores muy bajos o nulos para consumos de primera necesidad y altos para
objetos suntuarios, para que los que tienen más paguen más y los que tienen
menos, paguen menos y no como ahora que es al revés. No es lo mismo el 21% para
leche que para un tapado de visón.
b.- Nivel meso:
Promocionar y proteger las redes sociales con las organizaciones intermedias elegidas y constituidas democráticamente. En palabras de Joseph Conrad: "En la invencible convicción de redes solidarias que entretejen innumerables corazones" (Encyclopaedia Britannica 1969; 6: 364-365).
Promocionar y proteger las redes sociales con las organizaciones intermedias elegidas y constituidas democráticamente. En palabras de Joseph Conrad: "En la invencible convicción de redes solidarias que entretejen innumerables corazones" (Encyclopaedia Britannica 1969; 6: 364-365).
Esta participación comunitaria debe encararse en
términos de control político, para superar lo reivindicativo y constituirse en
el eje central de la transformación sociocultural y económica [10].
Como profesionales y técnicos nuestras funciones
deben ser de promoción, asesoría y supervisión de dichas organizaciones,
absteniéndonos de lodo tipo de control social o ideológico, respetando sus
procesos de autonomía y de autogestión. Aquí también se necesita una decisión
política de invertir en el tercer sector ya que se ha demostrado que por cada
millón de dólares invertido en industria pesada se generan treinta empleos,
mientras que la misma cifra invertida en el sector social crea trescientos
cincuenta puestos de trabajo [14].
c - Nivel
micro:
Incorporar la solidaridad en nuestra cotidianeidad, tratando a compañeros de trabajo y a enfermos con la misma diligencia, dignidad y respeto con que nos dirigimos a nuestros superiores.
Incorporar la solidaridad en nuestra cotidianeidad, tratando a compañeros de trabajo y a enfermos con la misma diligencia, dignidad y respeto con que nos dirigimos a nuestros superiores.
Generar estrategias de oposición a las
injusticias sociales desde los mismos sectores marginados, sin copiar
estructuras coercitivas del poder. En el sentido de Foucault se trata de no
enamorarse del poder resistiendo a sus mecanismos de seducción [15].
Como trabajadores de la salud se nos presenta
una nueva función, una función profética, esto es denunciantes de las
injusticias como primer paso al camino de la justicia.
Durante años hemos confortado a los afligidos y
debemos seguir así, pero agregando la función profética de afligir a los
confortados.
Bibliografía. 2da. parte
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1999.
- Informe
PNUD, 1998.
- Informe
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- Almeida Filho N.: "A
clínica e a epidemiología". Apee Abrasco, Río de Janeiro, 1992.
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Cuadernos Médicos Sociales 1992, 59: 3-18.
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M.: "Teorías, propuestas y prácticas sociales. Problemas teóricos
metodológicos en Antropología y Salud". En: Alvarez M., Barreda V
(comp): "Cultura, Salud y Enfermedad. Temas de Antropología
Médica" Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano, Bs. As., 1995.
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Alvarez M (comp): "Antropología y Práctica Médica" Instituto
Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Bs. As., 1997.
- en:
Gracia D.: "Qué es un sistema justo de servicios de salud?" En:
"Bioética. Temas y Perspectivas".Oficina Panamericana de la
Salud, Washington DC, 1990.
- Menéndez
E.: "Participación social en salud como realidad técnica y como
imaginario social privado". Cuadernos Médicos Sociales 1998,73:5-22.
- Brody
H.: "Plan de reforma del sistema de salud americano". 2o
Seminario Internacional del Programa Integral hacia la Calidad Total.
Fundación Osde, Bs. As., 1995.
- INDEC,
1999.
- George S.: "Informe
Lugano" Icaria, Bs. As., 2000.
- Chomsky
N.: "Política y cultura a finales del siglo XX" Ariel,
Barcelona, 1994.
- Foucault
M.: "Las redes del poder"; Aimagesto, Bs. As., 2000.
Fuentes: Francisco "Paco" Maglio
Documental Thrive