• Séneca (s III AC): “El que
gasta cada vez más en lo superfluo termina vendiendo lo necesario”
• Epicuro (s I AC): “Antes de
comprar algo piensa la ventaja de no
tenerlo”
Paul Ricoeur en su “Ensayo de Hermenéutica”,
del año 1969 decía que existen la Economía, la Política y la Moral y que la
función de la Ética es subordinar cada una a la siguiente.
Por supuesto que esto no ocurre
con la Economía mundial, transformada es un casino por la Élite del poder, como
los Rothchilds, Rockefeller y los Morgan, ya que de cada 100 dólares de
intercambio, 2 van a parar a bienes y servicios y el resto de los 98 van al
circuito financiero. Bussiness Week publicó en 1997 que se calculan en 300
billones de dólares los que se encuentran en circuitos financieros fuera de
inversiones productivas para la humanidad. No por nada el mismo Thomas
Jefferson en 1802 decía que las instituciones bancarias son más peligrosas para
nuestras libertades que ejércitos enteros y que si permitíamos que los bancos
privados controlen nuestra moneda nos privarán de toda posesión, primero por la
inflación, luego por la recesión hasta el día que despertemos sin la casa y sin
el techo que habíamos conquistado.
El concepto de Globalización
tiembla cuando vemos que el 80% de la población mundial consume sólo el 20% de
los recursos naturales, que las 245 personas más ricas poseen los mismos
ingresos que los 2800 millones más pobres, que 1200 millones viven (¿) con 1 dólar
diario y que 1600 millones viven (¿) con 2 dólares diarios, según datos de la Élite
misma desde su Banco Mundial en 1999.
Lo que no cabe ninguna duda es que hay una
Globalización, pero de la pobreza, puesto que 2.000 millones carecen de agua
potable, 100 millones viven en las calles, 1.000 millones pasan hambre
diariamente (30 millones sólo en EE.UU.) y tenemos 150 millones menores de 5
años desnutridos. (Fuente: PNUD, 1999). Ser pobre no es solamente una condición
económica como las cifras nos muestran, es la privación por sistemas de
injusticia socio-políticas impuestos por la Élite del poder mundial de una vida
sana y creativa, de la libertad de
opinar y decidir, de la dignidad y el respeto, de un trabajo decoroso y del
poder soñar. Como dice Mark Platts de la Universidad de Londres, la pobreza es
algo que la gente le hace a la gente y si la pobreza engendra enfermedad, la
misma es algo que la gente le hace a la gente a través de estructuras socio políticas
(y yo agregaría económicas, como la práctica de la reserva fraccional del dinero) injustas.
Nuestro país no escapa a esta
Matrix, ya que según Le Monde Diplomatique de agosto del 2004, la estructura
concentrada del poder se refleja en que el 70% de la tierra productiva se
encuentra en manos del 20% de los productores, el 70% de nuestras exportaciones
de alimentos se concentra sólo en 3 empresas (Cargil, Bunge y Dreyfus) y 5
millones de hectáreas en 4 empresas (Benetton, Soros, Bunge y Fortabat), a tal
punto que nuestro país es el 8° productor mundial de alimentos y el primer
productor “per cápita” (2.5 toneladas) conformando el 50% del total de las
exportaciones nacionales
Fue Robespierre en 1792 quien
dijo que toda especulación mercantil sobre las necesidades básicas de nuestros
semejantes no es comercio: es latrocinio y fratricidio.
La OIT muestra en la siguiente
tabla como se acrecienta cada vez más la desigualdad entre los países ricos y
pobres.
Muchos ministros de economía
locales adeptos del neoliberalismo obediente de la Élite bancaria internacional
defendían la concentración económica pues consideraban que “una mayor riqueza
en los poderosos permite que los pobres estén mejor” Roque Fernández, La Nación,
22 de Junio de 1997, pág. 6, olvidando las palabras del Premio Nobel de Economía
de 1963 Kenneth Arrow: “La sola aplicación de las leyes del mercado hace a los
enfermos más enfermos”
Concluyendo, las desigualdades
son ya insoportables sabiendo que se destinan para salud, nutrición y educación
en todo el mundo sólo 40 mil millones de dólares, lo que equivale al 5% del
gasto mundial en armas y al 4% del patrimonio de sólo 245 personas