Toma la pastilla roja!!!

BIENVENIDO Y TOMA LA PASTILLA ROJA "...Eres un esclavo, Neo/ Igual que los demás, naciste en cautiverio/ naciste en una prisión que no puedes ni oler ni saborear ni tocar/ Una prisión para tu mente/ Por desgracia no se puede explicar lo que es Matrix/ Has de verla con tus propios ojos/ Esta es tu última oportunidad/ Después, ya no podrás echarte atrás/ Si tomas la pastilla azul fin de la historia (La historia acabará)/ Despertarás en tu cama y creerás/ lo que quieras creerte/ Si tomas la roja, te quedas/ en el País de las Maravillas/ y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos/ Recuerda/ lo único que te ofrezco es la verdad/ Nada más..."

sábado, 7 de septiembre de 2013

Los Rothschild, película alemana de Erich Waschneck (1940)


Los Rothschild, película alemana de Erich Waschneck (1940), es una de las producciones de la UFA más conocidas de aquélla época por la actualidad de la temática. 

La película surgió de una idea de Mirko Jelusich sobre el ascenso de la familia Rothschild. Es fiel a la historia, pero simultáneamente, y ante los paralelismos históricos, pretendía fomentar entre la población el conocimiento de las trapacerías que la alta finanza internacional llevaba y lleva a cabo a costa de las naciones.

Junto a la obra de Veit Harían Jud Süss (El judío Süss) y el documental de Fritz Hippler Der ewige Jude (El judío eterno), es la tercera y última de aquella época que trata la cuestión judía.

En el episodio final, Nathan Rothschild dibuja las líneas en un imaginarlo mapa de Europa de Londres a Viena, Ñapóles, Frankfurt y Jerusalén, marcando ciudades bajo control judío, dibujando la estrella de David.

Al igual que en Jud Süss, la película concluye con un texto escrito pensado para la audiencia alemana de 1940. El mismo explica que los descendientes se encontraban en ese momento como refugiados lejos de Europa.

Una película histórica cuyo argumento versa sobre la prosperidad y la fortuna de la familia Rothschild. Tras Waterloo fundaron el banco central de Inglaterra, y nunca pararon de crear bancos centrales: FED, BCE, BPI... Hoy en día esclavizan al resto de pueblos mediante la usura.

Broncemia, una patología social



Francisco Occhiuzzi describe con excepcional claridad una enfermedad que no está en ningún diccionario: la "broncemia", una patología que, según dice, afecta a la medicina moderna y en particular a muchos de sus colegas, los médicos.  Una charla destacada de la mañana en TEDx Córdoba

Para este doctor en medicina y cirugía, y director de la Clínica Jesús María, la broncemia se mide por "el nivel de bronce en sangre" de ciertos de sus colegas, que sueñan "con que su estatua de bronce esté en el patio del hospital".

La enfermedad que padecen numerosos médicos se atraviesa en dos etapas, dice Occhiuzzi: "importantitis" (nadie es mejor que él) e "inmortalitis" (cuando el bronce invade todo su cuerpo hasta convertirlo en una estatua olímpica e inmortal).

Los "broncémicos" se encuentran en diferentes espacios sociales: en la universidad, los tribunales, las sociedades e instituciones científicas. "Sin antecedentes, la soberbia y la solemnidad propia del broncémico aparecen en el político de manera espontánea", sostuvo.

Por otro lado, quien padece "broncemia" muestra como síntoma que "el deseo de hablar está en relación inversa con su edad y capacidad de comprender y discernir". Y, cuando habla, sus oídos no escuchan nada, "no escucha a nadie", dice. "El bronce se acumula primero en los pies, luego sube hasta el cerebro. Los broncémicos ya no caminan, se desplazan majestuosamente", lanzó Occhiuzzi.

"Cualquiera de nosotros, en donde desarrollemos nuestra actividad, seguro que convivimos con broncémicos. Uno de los primeros síntomas es que comienza a perder la capacidad de sonreír", agregó.

Antídotos. Afortunadamente, este médico de Jesús María tiene una receta. ¿Qué podemos hacer para que los jóvenes no se contagien de broncemia?, se pregunta. "Tratar de imbuirles en sus cerebros el deseo de ayudar a sus colegas, a sus colaboradores, a sus pacientes, sembrar para que florezca el espíritu de servicio", respondió.

De esa forma, destacó la actividad de servicio como un acto instintivo, el profundo deseo de satisfacer aquello que desean de nosotros. "No es un acto, es una actitud de vida. Si los médicos jóvenes no se preparan para estar con espíritu de servicio, están muy cerca de contagiarse de broncemia", concluyó.

Breve lapso en silencio mientras el reloj apura. Occhiuzzi saca un papel del bolsillo y recuerda una anécdota de un médico que atendía a pacientes terminales. En una charla con jóvenes profesionales, el médico enumeró las tres cosas que los pacientes le pedían: que golpeen en nuestra habitación, que cuando salgan se despidan y que cuando hablen nos miren a los ojos.


"Ninguno pidió la cura de su enfermedad, sólo pedían respeto", concluyó.