Toma la pastilla roja!!!

BIENVENIDO Y TOMA LA PASTILLA ROJA "...Eres un esclavo, Neo/ Igual que los demás, naciste en cautiverio/ naciste en una prisión que no puedes ni oler ni saborear ni tocar/ Una prisión para tu mente/ Por desgracia no se puede explicar lo que es Matrix/ Has de verla con tus propios ojos/ Esta es tu última oportunidad/ Después, ya no podrás echarte atrás/ Si tomas la pastilla azul fin de la historia (La historia acabará)/ Despertarás en tu cama y creerás/ lo que quieras creerte/ Si tomas la roja, te quedas/ en el País de las Maravillas/ y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos/ Recuerda/ lo único que te ofrezco es la verdad/ Nada más..."

lunes, 2 de noviembre de 2015

Los Cristos


El Cristo Cósmico, en su generalidad, es el segundo principio emanado de Dios en forma de Amor, que sirve de cohesión entre su Pensamiento Original Increado y los mundos que los Arcángeles o Ingenieros Siderales revelan bajo la voluntad divina. Significa el estado absoluto del Amor en el Cosmos, el cimiento de cohesión entre los astros y la luz pura que alimenta el amor entre los seres. El Cristo Cósmico revélase a Dios en la plenitud del Amor Eterno; el Cristo Galaxial es el propio Logos o Arcángel de las Galaxias, destacando su expresión de Amor sobre los principios de Peder, Sabiduría y Voluntad creadora; el Cristo Solar es el mismo Logos Solar, acentuado sideralmente en el principio del Amor, distinguiéndose del Poder, la Voluntad y la Sabiduría Solar; el Cristo de la Tierra, consecuentemente, es la expresión absoluta del Amor del propio Arcángel de nuestro orbe.
El Maestro Jesús no es un Arcángel, pero sí un Ángel, lo que difiere mucho entre sí, pues el Ángel puede aún actuar en el mundo humano, simbolizado en los siete grados de la escala de Jacob, que queda por debajo del mundo divino, en el cual cesa para los Arcángeles toda posibilidad de ligazón directa con las formas físicas de las moradas planetarias.
Jesús, en realidad, es la más Alta Conciencia Directora de la humanidad terrena, pero no del planeta Tierra, porque aún permanece directamente en contacto psicofísico con las conciencias terrícolas. Es el Eslabón Divino y el más legítimo representante de su aspecto humano, que se liga directamente a la Sublime Conciencia del Arcángel Planetario de la Tierra.
El Comando Sideral del sistema solar actúa en el Arcángel del planeta Tierra y éste en la inmediata conciencia espiritual por debajo de sí, en condiciones receptivas para sentirlo y que a su vez cumpla la voluntad en el mundo físico. Es justamente el insigne Jesús la Magnífica Conciencia capacitada para sentir al Espíritu del Planeta Terráqueo, porque el Maestro, además de ser el Gobernador Espiritual de nuestra humanidad, participó de la Asamblea Sideral cuando el Arcángel' mentalizó los planos preliminares para la formación de nuestro orbe, en perfecta conexión con los proyectos mayores del Arcángel o Logos Solar del sistema.
Jesús se manifestó físicamente en nuestro orbe hace dos milenios, porque aún podía mentalizar y construir sus vehículos intermediarios con las energías adyacentes a la materia. Es un espíritu capaz de tener todavía contacto con la carne, aunque con extrema dificultad y sufrimiento, como ocurrió en su último descenso sacrificial. Mientras el Cristo terráqueo o Arcángel Planetario de la Tierra es potencial vibratorio y de tan alto "voltaje sideral", que no conseguiría aglutinar de modo alguno las energías inferiores para situarse en la figura diminuta del cuerpo físico y poder dirigir el cerebro humano. Por su vibración altísima, no conseguiría el descenso vibratorio para alcanzar la forma letárgica de la materia. Suponiendo que le fuera posible actuar, su Espíritu nos recuerda el ejemplo que os dimos, de la carga fulminante de los 50.000 voltios cuando era proyectada directamente sobre el aparato minúsculo de 110 voltios.
Realmente, Jesús fue el revelador del Cristo, el más acreditado y sublime intermediario del Amor Absoluto, en nuestro mundo. Por su Conciencia Espiritual, fluyó y se fijó vigorosamente en la sombra terráquea la Luz Crística, aflorando a la superficie de la Tierra y tornándose el "Camino de la Verdad y de la Vida".

Cuando el Maestro afirmó: "Yo y mi Padre somos uno" y "Ninguno va al Padre si no es por mí", era el Cristo Planetario que actuaba y transmitía su Pensamiento directivo, por intermedio de su divino médium, Jesús, corporificado en el plano físico. El Ungido, Escogido o Electo para materializar el Verbo, en vocablos o ideas accesibles a la mente humana, bajo la égida del Arcángel Planetario creador de la Tierra, fue aquel sublime Hombre-Luz representado en la figura de Jesús de Nazaret, el dulce hijo de María.  Ante la incesante ascensión espiritual de Jesús y debido a sus conocimientos cada vez más vasto sobre la conciencia colectiva de nuestra humanidad, es probable que en el próximo Gran Plano también se vuelva un Arcángel cooperador en la creación de los mundos, bajo la jurisdicción directa de otro Logos Solar.

El Cristo Planetario se manifestó gradualmente en dirección de la superficie tangible de nuestro mundo, a través de todos los misioneros anteriormente reencarnados como instructores o líderes espirituales, desde tiempos inmemoriales. Algunos de ellos pudieron acentuar la vibración Crística en la sustancia física, mientras que otros lo hicieron de modo más simple. La figura más notable, en el pasado, fue la de Antulio de Ma-ha Ethel, el más sublime revelador del Cristo Planetario en la Atlántida, pero es indudable que Hermes, Krisna y Buda se destacaron mucho en sus misiones divinas; sin embargo, fue Jesús el revelador inconfundible y la conciencia directora de todos sus precursores.

Con la finalidad de que pueda estar cerca del hombre en todos los caminos de la vida, para que el hombre pueda comprender el espíritu poderoso del Amor, el Espíritu de la tierra el Cristo de esta tierra se manifestó a los ojos y a los oídos humanos encarnándose en personas puras, preparadas por muchas generaciones para ser morada adecuada del Amor. Así el Cristo manifestó el poder salvador del Amor. Pero los hombres pronto lo olvidaron, de modo que el Cristo tuvo que manifestarse otra y otra vez. Y desde que la semilla llamada hombre fue depositada en esta tierra y tomó forma corpórea, el Cristo se ha manifestado en forma corpórea al comienzo de cada Edad. Jesús mismo aclaró este punto, de modo que tenemos el testimonio, al respecto, del mismo Nazareno. Un día, hablando en Bethania a un número de gentes que le aclamaban Rey, dijo: "No fui llamado a sentarme en un trono para gobernar como gobierna César, y bien podéis decir a los gobernantes de los judíos que en manera alguna reclamo ese trono”. Los hombres me llaman el Cristo, y Dios me ha reconocido ese título. Pero el Cristo no es un hombre. Cristo es Amor Universal y Amor es Rey. "Este Jesús no es sino un hombre preparado por tentaciones vencidas, por múltiples pruebas, para ser el templo a través del cual pueda el Cristo manifestarse a los hombres". "Si es así, Oídme, vosotros hombres de Israel. No miréis mi lado corpóreo, que no es el Rey. Mirad el Cristo interior que tiene que formarse dentro de cada uno de vosotros, como se ha formado en mí". "Cuando hayáis purificado nuestros corazones por la fe, el Rey entrará adentro y veréis su faz”, Evangelio de Acuario: 68; 10 al 14.

El sublime acontecimiento denominado el Bautismo, marca el inicio de la era  de  Cristo  en  la  Tierra.  Larga  y  cuidadosa  fue  la  preparación  de  este  portentoso  suceso. Como ya se ha dicho, dos altos Iniciados del Templo, Joaquín y Ana, fueron elegidos por la angélica anunciación para convertirse en los padres del más elevado Maestro que nunca jamás vino al mundo en cuerpo femenino: La bendita María. Con su asistencia y la de los ángeles, el Maestro Jesús construyó el más puro y perfecto cuerpo  que  se  podía  formar  con  materia  física,  cuerpo  que  abandonó  al  glorioso arcángel Cristo en el momento del Bautismo, cuando los cielos se abrieron y se oyó la voz de Dios, bendiciendo a este exaltado ser que, desde ese momento, actuó en la Tierra  como  Cristo  Jesús  (o  Jesu-Cristo).  Sin  embargo,  ni  siquiera  aquél,  el  más perfecto vehículo físico, podía soportar, por largo tiempo, la tremenda radiación de un espíritu arcangélico. Se hizo necesario, por ello que Cristo Jesús se saliera de él, frecuentemente, por algún tiempo, para que Su cuerpo físico fuera restaurado. Entre los que atendían estas necesidades, se encontraban los Esenios, una secta santa que, durante varios siglos, había estado haciendo preparativos para la venida del Señor.
El Maestro Jesús, como consecuencia de su supremo sacrificio, se convirtió en "el  primer  fruto"  de  la  Humanidad.  Él  ha  continuado  activo,  desde  entonces, trabajando desde los planos espirituales, especialmente con toda organización, todo grupo y todo individuo que acepta a Cristo como Salvador del Mundo.

Nos parece oportuno aclarar aquí otro “mal entendido” que ha causado mucha incomprensión, sobre todo en los países de Oriente y es cuando Jesús dijo: “Nadie va al Padre si no es por mí”. El error está en identificar el Cristo con el Jesús humano, a través del cual aquel se manifestó. Cristo cósmico es la primera y más alta individuación de la Divinidad Universal; es una criatura cósmica antes de tornarse una criatura telúrica en Jesús. Cristo era Dios, era el ‘proto-Dios’ de la Divinidad, el Unigénito del Padre y por eso mismo el primogénito de todas las criaturas. Él era Dios, pero no era la Divinidad. Muchos pueden ser Dios, nadie puede ser la Divinidad.

Imaginemos a la suprema Divinidad Trascendente, que en Evangelio aparece como “Padre”, como un mar inmenso, infinito, sin principio ni fin; imaginemos ahora que el proto-Dios (Cristo) es el canal maestro del mar de la Divinidad y que de ese canal maestro parten todos los otros canales secundarios, de varios tamaños, que reciben sus aguas directamente del canal principal de Cristo, aunque indirectamente del mar de la Divinidad.

La conexión con ese canal maestro nada tiene que ver con Occidente u Oriente, cristiano o pagano; depende únicamente del estado de consciencia de cada criatura humana. Mahatma Gandhi era, ciertamente, un canal firmemente conectado al canal maestro de Cristo, aunque no fuese oficialmente cristiano; era tan crístico y tan poco cristiano que podía decirles a los misionarios cristianos que trataban de convertirlo al cristianismo de ellos: “Acepto nuestro Cristo y su Evangelio – no acepto nuestro cristianismo”. Un hombre puede ser 100% crístico o cristificado y al mismo tiempo 0% cristiano. Cristo no fundó el cristianismo que es obra de sus discípulos.

La personalidad de Jesús de Nazaret apareció aquí en el planeta Tierra hace 2000 años. Si Cristo se personificó en otras regiones del cosmos no sabemos, no lo podemos afirmar ni negar. ¿Qué significan sus misteriosas palabras: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas”? El texto griego dice muchas “permanencias”, o modos de estar – tal vez personificaciones, modos de encarnación u homificación.

Cuando Jesús dice “nadie va al Padre si no es por mí”, se refiere a su Cristo planetario c y no a su Jesús humano. El Cristo planetario es único, puede haberse homificado muchas veces – tal vez en Moisés, en Buda, en Krishna, en Gandhi, y en muchos otros seres humanos. Cristo ‘se homifica’ de acuerdo con la capacidad de los recipientes y también de acuerdo con las necesidades de cada época y de cada pueblo.

Cuando colocamos una luz bajo un recipiente opaco, nada percibimos de esa luz, aunque ella esté presente. Si la cubrimos con un envoltorio translúcido, percibimos su presencia de un modo indirecto. Pero si a esa misma luz le anteponemos un cristal trasparente, la veremos con toda su claridad.En Jesús de Nazaret el divino Lógos encontró la más perfecta expresión conocida hasta hoy aquí en la Tierra, y por eso nosotros le hacemos culto a Cristo en Jesús, como el apogeo de las revelaciones de la Divinidad.

Huberto Rohden comenta: Cristo niega explícitamente su identidad con el “Padre” (Divinidad): “Yo y el Padre somos uno, el Padre está en mí y yo estoy en el Padre, pero el Padre es mayor que yo”. Si él no hubiese dicho el Padre es mayor que yo, podríamos pensar que se hubiese igualado a la Divinidad, a pesar de decirse Dios. Podemos hacer una comparación ilustrativa: un ser vivo puede decir: yo estoy en la vida y la vida está en mí, pero yo no soy la vida, soy solo un vivo; la vida es infinitamente mayor que yo.

Este es el sentido cuando Cristo dice a los Hombres: “Vosotros sois dioses”; los hombres también son manifestaciones individuales de la Divinidad Universal, pero la más perfecta de las manifestaciones de la Divinidad Universal, en el Universo, es Cristo. Cristo no es criatura humana sino la más antigua individualidad cósmica que, antes del principio del mundo, emanó de la Divinidad Universal. Los libros sacros refieren que Cristo, la más antigua criatura cósmica, se encarnó en la persona humana de Jesús.

La palabra griega Logos es muy anterior a la Era Cristiana. Los filósofos de Alejandría y de Atenas, sobre todo Heráclito de Éfeso, designaban con Logos el espíritu de Dios manifestado en el Universo. Logos seria, pues, el Dios inmanente en oposición a la Divinidad trascendente, que no es objeto de nuestro conocimiento.

El Génesis de Moisés comienza con las palabras: “Al principio crearon los Elohim el cielo y la tierra”. El cuarto Evangelio, de Juan, abre con palabras semejantes: “Al principio era el Logos… por él fueron hechas todas las cosas” (La Vulgata Latina traduce Logos por Verbo: “Al principio era el Verbo…”).

Parece pues que las Potencias Creadoras (en hebreo Elohim) son idénticas al Logos, por el cual fueron creadas todas las cosas. Elohim, Logos, Verbo, Cristo – son varios nombres que designan la criatura cósmica que, antes del mundo material, emanó de la Divinidad trascendental.

La filosofía oriental llama a la Divinidad universal Brahman, y le da el nombre de Brahma a la más antigua individuación de la Divinidad. Brahma sería igual a Dios, Cristo, Logos, Verbo.

No existe en todo el Universo una sola criatura definitivamente realizada e incapaz de realizarse ulteriormente. Toda y cualquier criatura, incluso Brahma, o Cristo, son criaturas altamente realizadas, pero siempre realizables; son, por así decir, sinfonías inacabadas. Toda y cualquier criatura, inclusive la más perfecta criatura cósmica, es ulteriormente evolucionable o realizable. La vida eterna no es una llegada, una parada, una meta final – es una incesante jornada o evolución rumbo al Infinito, sin jamás coincidir con el Infinito. Todo finito, dicen las matemáticas, en relación al Infinito, está siempre a una distancia infinita.

Panta rhei, todo fluye, decían los filósofos antiguos; todo es relativo escribe Einstein en nuestro siglo. La Divinidad, el Infinito, el Absoluto, no es objeto de nuestro reconocimiento. Todo lo que sabemos se refiere a lo Relativo, a lo Fluídico, a lo Transformable, que está en incesante evolución. La suprema Divinidad solo puede ser conocida por intuición, experiencia o vivencia íntima. Todo lo que se puede analizar, pensar, hablar es finito. El infinito no es analizable, pensable, decible. La Divinidad trascendente es incognoscible; revelada como el Dios inmanente, es cognoscible.

En  El Cristo, en palabras del autor inglés Cyril Scott (en su obra An outline of modern occultism) se reconoce a : "Una Fuerza Divina que ha  acelerado la evolución de la Tierra a tal grado que solamente el Iniciado puede apreciar.
En un sentido sumamente real —aunque no en el que los Teólogos nos han hecho creer— Cristo ha salvado a las gentes de este mundo mediante el supremo sacrificio de su encarnación a ese propósito. Su Espíritu es procedente originalmente de un planeta mucho más avanzado que el, lo cual significa que su Evolución no pertenece a la de nuestra Tierra. Si nuestra humanidad hubiese sido dejada librada a su propio esfuerzo, si no hubiera existido el IMPULSO CRISTICO para acelerar nuestra evolución, con toda probabilidad —juzgando  por  su  actual  conducta—  hace  tiempo  que  se  habría exterminado a sí misma, o, cuando menos es probable que, en base a su espíritu de destrucción y a la ausencia de amor fraternal, pudiese llegar a su propia destrucción en un futuro no muy lejano. Puede tener lugar, o quizá no, otro conflicto armado, que pudiera retrasar nuestra evolución por no se sabe cuánto tiempo; pero en último término el IMPULSO CRISTICO triunfará. A través del mencionado sacrificio por parte de Cristo, la CONCIENCIA CRISTICA se halla potencialmente en los corazones de todos los  hombres,  y  el  punto  hasta  el  cual  esta  Conciencia  se  manifiesta  depende exclusivamente de cada individuo. Así, en la medida en que se manifiesta, y lo vaya haciendo más y más, reside la certeza de que el hombre no será completamente aniquilado por su propia locura. El Cristo histórico y el Cristo en el corazón humano son algo más que dogmas religiosos, 'son hechos planetarios'. Este Ser, según explica la enseñanza Rosacruz, procedía de una humanidad mucho más antigua que la nuestra, correspondiente a lo que denominamos la "Cadena del Sol", es decir, a aquella etapa de la manifestación de nuestro Sistema Solar en la cual, los actuales hombres —nosotros— atravesábamos por un estadio similar al de nuestros presentes vegetales. Esto supone que dos Ciclos Cósmicos completos, dos Cadenas, separan a esta Entidad, la más elevada dentro de su propia evolución, de nosotros, hombres terrestres. Siendo los Seres, que atravesaron el  nivel humano en aquellos remotos tiempos, denominados esotéricamente Arcángeles. Cristo, bajo este concepto, es, pues, el más alto entre los Arcángeles, fundido, unificado, con la Segunda Persona de la Trinidad Divina. Maestro Jesús hace dos mil años  nació como hombre para preparar y custodiar los cuerpos que habrían de albergar al Cristo. Cuerpos que ocupó y cuidó hasta alcanzar la edad de treinta años, en la cual, y en el momento de su Bautismo, abandonó esos cuerpos dejándolos a la disposición de ese ser Superior y misterioso cuya naturaleza estamos tratando de desentrañar, hasta donde nos es posible, y portador del IMPULSO CRISTICO, de una energía Solar que no hubiera podido llegar a contactar con nuestro planeta en la forma que lo ha hecho, si no hubiera sido por el incomprensible (a  nuestros ojos) sacrificio  de  un  "Hijo  de  Dios", de  un  Arcángel conquistador del "Fuego Divino" del Amor, que, como el Prometeo de la Mitología Griega,  bajó  a  nuestro  mundo  para  introducir  en  él  esa  llama  divina,  Solar,  que solamente Él podía apropiarse. El, cuya naturaleza había llegado a unificarse con la del "Verbo Divino". Esa Energía Solar constituye el IMPULSO CRISTICO descrito por Steiner, que, misteriosamente, Cristo implantó en las Almas de todos los hombres (y por tanto en su "corazón", entendido esotéricamente: en el Chakra Cardíaco), y que se expandió por toda el Aura del Planeta en el momento en que el cuerpo físico, humano, de Jesús, expiró, y que por medio de sus abiertas heridas, la sangre de aquel ser, portadora de las energías espirituales (como sucede en todos los hombres), se vertió al exterior, efundiendo tal grado de energía espiritual pura que "se rasgó el velo del templo" y todo quedó envuelto en "tinieblas". Esotéricamente, el significado del "velo del templo" es la red etérica que separa los tres subplanos inferiores del Plano Físico: Sólido,  Líquido y Gaseoso, de los ámbitos más elevados de existencia. La Energía Solar depositada en la sangre de Cristo, al quedar liberada de su confinamiento dentro de su cuerpo humano, se evaporó y difundió por toda el aura planetaria, elevando hasta tal punto el nivel vibratorio de sus partículas, que, por unos momentos, esa separación de nuestro ambiente ordinario y los Planos Espirituales quedó disuelta, y la Luz purísima de esos Planos Internos, que para el ojo humano no preparado es constatada como tinieblas, inundó la Tierra. Cristo quedó así con nosotros "hasta el final de los tiempos", de dos maneras: habiendo entrefundido su naturaleza, su aura, con el aura de la Tierra, y habiendo repartido su esencia (por decirlo de  alguna forma), en las  Almas de los hombres  de  tal  manera  que,  cuando  el  individuo consigue  la  identificación  de  su conciencia personal con el Alma, está realizando a Cristo dentro de sí, y se está uniendo con El y adquiriendo, por ese motivo, una dimensión y una conciencia planetaria, que abarca a todo nuestro mundo.

Fuentes:

Introducción al estudio del Esoterismo. Pedro Quiñones Vesperinas
El Evangelio Acuariano de Jesús el Cristo. Levi H. Dowling
Mensajes del Astral, Ramatís
El Impluso del Cristo y la Conciencia del Yo. Rudolf Steiner
El misterio de los Cristos. Corinne Heline
Cómo Jesús llegó a ser un Cristo. Miceal Ledwith.
Concepto Rosacruz del Cosmos. Max Heindel