“El notable pensador inglés Thomas Hart, escribió hace 280
años, que el hombre contemporáneo, por lo tanto de su tiempo, había perdido la
dirección de Dios y que por eso se encontraba profundamente infeliz.
Por su parte, Carl Gustav Jung estuvo examinando la realidad
de la criatura humana y dijo que el ser humano es un ser profundamente
religioso, que en la raíz de sus conflictos y de sus necesidades está la
presencia de una búsqueda de la Divinidad y de una fe religiosa profunda.
Vivimos un momento muy paradoxal, en que la criatura humana
ha conseguido indagar acerca del macro y del microcosmos y si embargo aún no
tuvo coraje para realizar un viaje hacia adentro para interpretar los enigmas
de su existencia.
Tradicionalmente se encuentra en la Tierra en la búsqueda de
la felicidad.
La felicidad según la filosofía antigua debe constituir la
meta, la aspiración máxima del ser
humano para que pueda disfrutar de un objetivo, la razón de su vida y que,
naturalmente, al encontrarla irá a tranquilizarse, manteniendo una vinculación
cósmica que lo hará sentirse totalmente pleno.
Para que eso fuera posible, los filósofos griegos intentaron
establecer qué es la felicidad. Para Epicuro, el padre de la escuela hedonista,
la verdadera felicidad es tener, poseer, porque aquél que posee, compra y
cuando compra disfruta. La felicidad hedonista es por lo tanto ese placer de
disfrutar, de gozar, de sentirse pleno de esa manera.
Sin embargo a medida que el pensamiento epicurista tomó
parte de la cultura griega, se dieron cuenta los que pertenecían a la escuela
epicurista, que este placer es sensorial: comer, dormir, practicar el sexo.
Pero si una persona come mucho, no se queda feliz, tiene indigestión, y aquel
que duerme demasiado tampoco será feliz,
porque queda sin energía para sus actividades. En tanto quien disfrute
mucho del sexo, solo con placer como meta, invariablemente permanece
atormentado.
Si la felicidad no es tener, preguntaba Diógenes, otro
pensador griego, ¿qué será la felicidad?.
Diógenes, el cínico, elucidaba que la felicidad era no tener
nada, porque todo aquel que posee tiene miedo de perder la posición del
poseedor. Entonces, él preconizaba que la felicidad es no tener nada, y
consideraba que la vida tiene sentido al experimentar las realizaciones humanas
de acuerdo con la forma en que se presentan.
Estando él en Atenas e intentando dialogar con una estatua,
alguien que pasaba le preguntó: - Diógenes, ¿estás hablando con una estatua?. -
O sí, respondió. - ¿Pero no sabes que ella es de piedra y que las piedras no
hablan?. - Sí, también lo se, es que estoy entrenándome con el silencio de las
piedras para encontrar paciencia ante la estupidez humana.
Era la forma en que Diógenes presentaba su concepto al
respecto de la felicidad.
Oportunamente cuando estaba en Corinto, recibió la visita
del gobernador de la isla, quien cuando llegó le trajo la noticia que Alejandro
Magno de Macedonia, que habia conquistado el mundo conocido, mandó a
solicitar al gobernador de Corinto que llevara a Diógenes hasta su galera.
Ese hombre que dominara la Tierra lo mandaba a llamar, y
Diógenes después de meditar dijo: - Pero yo no tengo voluntad de conocerlo a
él. Y el gobernador le dijo:
-Diógenes, ese es el hombre más poderoso de la Tierra y
quiere conocerte.
-¿Cuál es la diferencia?, yo no le quiero conocer,
respondió, que venga él aquí.
- Pero él puede destruir Corinto… le dijo.
Y Diógenes respondió: - ¡Qué maravilla sería!, así no
tendríamos que preocuparnos por nada.
El gobernador se vio obligado de informar a Alejandro Magno
que Diógenes no iría a verlo. Y para sorpresa de todos, Alejandro fue con sus
generales a visitarlo.
Diógenes estaba en la periferia de la ciudad, en una casa
miserable, y cuando llegó este hombre extraordinario, se paró en la puerta y le
dijo: - Diógenes, vengo a regalarte la mitad del mundo. Yo soy tu discípulo, me gustan tus teorías y vengo a
decirte que en la condición de conquistador de la Tierra, te invito para que
vengas a mi lado a disfrutar de la mitad del mundo.
Y Diógenes que estaba escribiendo en el polvo de la tierra,
se levantó, lo corrió a un lado para decirle:
- Señor, no me quites aquello que no me puedes brindar.
Alejandro comenzó a preguntarse que le estaría pasando a
este miserable que sin tener nada, no acepta lo que le doy. Entonces se dio
cuenta que mientras estaba parado en la puerta, le estaba tapando a Diógenes la
luz del sol, la que él mismo no podría regalarle.
Dos años después muere Alejandro Magno, a los 32 años, y
Diógenes prosigue la trayectoria.
Entonces la felicidad, ¿estaría en no tener nada…?.
En realidad el no tener nada es preocupante, porque si
existe el hecho de tener miedo sobre lo que se posee, ay de aquellos que son
esclavos de todo lo que no tienen.
El Espíritu Juana de Ángelis dice que son aquellos que hacen
de la felicidad una condicional, yo solamente seré feliz cuando… me case,
cuando tenga esto, cuando consiga aquello. Yo seré feliz si todo sale bien, y
entonces allí está la condicional. Hay personas que son esclavas de esta
condicional y que no teniendo nada pierden la oportunidad, condicionándose a
algo que nunca tendrán.
Entonces, la felicidad no es tener ni dejar de tener. ¿Qué
sería la felicidad?.
El maestro Zenón de Citio estableció que la felicidad
resulta de la superación del miedo. El ser humano tiene miedo a la muerte, a la
pérdida de trabajo, a la traición, a las enfermedades, y es necesaria una
actitud estoica delante de la vida para enfrentar los problemas, las
dificultades.
A partir de este momento Zenón predica el estoicismo. Cuando
el ser humano es capaz de dominar el dolor, de superar las expectativas, en ese
momento el ser humano logra la verdadera felicidad.
La escuela estoica de Zenón, aún noble, no ha logrado hasta
hoy la plenitud. Porque cuando nos preocupamos de vencer las dolencias, los
dolores físicos, estamos tensionados con ellos y normalmente si vencemos un
tipo de dolor orgánico, ¿cómo vencer la ausencia de un ser amado que la muerte
nos arrebató, cómo soportar la traición de un ser querido que nos frustró
profundamente el alma?.
Entonces el estoicismo, también predicado por Séneca, que se
quitó la vida suicidándose, pasó a una categoría secundaria.
¿Qué sería la felicidad? No es tener, ni dejar de tener. La
felicidad no es esta actitud ante la vida, decía Sócrates.
La verdadera felicidad resulta de tres factores esenciales:
una conciencia tranquila, un carácter digno, bello, y una conducta saludable.
Cuando se tiene una conducta correcta, se tiene una forma de vivir digna, se
posee la verdadera conciencia de tranquilidad.
Posteriormente, 2200 años después de Sócrates, Carl Gustav
Jung tendrá oportunidad de decir que la verdadera conciencia es el momento
cuando el ego se hunde en el self, y este self tiene el conocimiento profundo
de todos los contenidos psíquicos.
Era la tesis de Sócrates, que predicaba la ética moral. La
verdadera felicidad resulta de una ética de comportamiento, y decía que es
necesario tener un objetivo psicológico en la vida.
La vida en la Tierra, predicaba el padre de la filosofía
occidental, es el resultado del mundo de la ideas, ese mundo que Platón llamaba
eidos, de dónde venimos, para dónde retornamos.
Gracias a la certeza de la inmortalidad del alma, es que
Sócrates afirmaba ser orientado por un daemon, un ser espiritual que le guiaba
en todos los pasos; su ética era sofista, era dialéctica. No se preocupaba en
decir palabras para enseñar, sino que intentaba confundir a sus discípulos,
para que ellos arrancaran desde lo íntimo el conocimiento, porque decía que es
necesario educar y la palabra educar proviene de ‘educere’, que quiere decir
arrancar de adentro.
El espíritu trae el conocimiento del mundo de las ideas, y
en su peregrinaje por la Tierra tiene
que concientizarse de ese conocimiento.
Sócrates fue acusado de estar pervirtiendo a la juventud, no
desde un punto de vista moral, en el momento en que Atenas estaba bajo la
dominación de 70 tiranos. Lo acusaban de predicar que el ideal de la Tierra es
la libertad, libertad de conciencia, libertad de palabra, libertad de acción,
para eso era necesario que la juventud se rebelara en contra de la dictadura de
los 70 tiranos. Eso fue considerado como un acto de rebeldía y él fue llevado
al tribunal.
El discurso de Platón, explicando ese diálogo de Sócrates
delante del tribunal, es una de las piezas de oratoria más bellas de la
humanidad.
En determinado momento del juicio, el juez le dice: -
Sócrates, yo te condeno a la muerte. Y él se puso a reír, y dijo: - Señor,
meritísimo, cuando todos nacemos, ya nacemos condenados a la muerte. Ud. no
está realizando nada de sorprendente. - Pero yo puedo decidir el momento de tu
muerte, y establecer la hora en que debes
morirte. Y Sócrates le dice: - Así será. Y fue llevado a la cárcel.
Estando en la cárcel tranquilo, uno de sus discípulos,
Critón, fue a visitarlo. Delante de su maestro, el discípulo deslumbrado le
dijo: - Maestro, aquí estoy para libertarte, nosotros vuestros alumnos, nos
reunimos, tomamos las joyas de nuestras familias y sobornamos al guardia. (Ya
había soborno político en aquel entonces, imagínense hoy). Entonces el guardia
dejará abierta la puerta de la celda y tú te evadirás. Te recibiremos afuera y
continuarás predicando para nosotros sobre la libertad, la dignidad, sobre
valores ético-morales.
Y Sócrates le dijo: -
Critón, qué mal filósofo eres tú. Tú crees que yo estoy retenido, encarcelado?.
- Es obvio maestro, aquí están las paredes, ahí está la reja de hierro, estás
encarcelado. - Oh Critón… yo soy libre. Encarcelado encuéntrase aquel que tiene vicios, porque donde va, sus
vicios están con él. Yo soy libre, porque donde va mi pensamiento también voy
yo. Tranquilízate, Sócrates no huirá. - Pero maestro, mañana te irán a matar!.
- A mí?, contestó Sócrates, Critón yo soy mortal, irán a romper la ropa, el
traje, pero yo viviré… Qué mal filósofo eres tú!. Cómo puedes creer que yo
concuerde con un soborno para después ir a predicar dignidad, vete!. Y dile a
mis discípulos que yo permaneceré fiel hasta el fin.
Al día siguiente, cuando estaba en el patio del presidio y
vino el soldado trayéndole un vaso de alabastro con cicuta para matar a diez
caballos, el guardia se sintió emocionado con este hombre extraordinario y le
dijo: - Maestro, todavía tienes una hora. Y Sócrates, sonriendo, contesta: -
Una hora es tan poco para quien tiene la eternidad… Y tomando el vaso comenzó a
sorberlo.
Cuando estaba ya en ese momento de perturbación psíquica,
Critón salió del medio de la muchedumbre, se puso de rodillas a sus pies y le
dijo: - Maestro, dónde sepultaremos tu cadáver?. Y Sócrates, sonriendo dijo: - El cadáver…, tíralo fuera,
en cualquier lugar, porque Sócrates no estará dentro de él, ya no más. Y no te
olvides de pagarle un gallo a Asclepios (Esculapio) que le quedé debiendo. Cabe
recordar que Asclepius era el dios de la medicina y él le había prometido un
gallo en un momento de enfermedad.
Sócrates no se ha muerto, entró a la eternidad. Se pasaron
2380 años aproximadamente y aquí está él en su memoria. Si yo preguntara el
nombre de uno de los 70 tiranos, nadie lo sabe porque la historia no lo
registró.
Entonces, ¿qué sería la felicidad?. La felicidad es ser,
tener, no tener,?.
De acuerdo con el pensamiento socrático-platónico la
verdadera felicidad es ser, realizar un viaje interior para encontrar su
realidad íntima, y transformarla en un sol, donde haya siempre calor, donde
haya vida.
Los mitólogos son unánimes en afirmar que en la historia
mitológica podemos encontrar todos los arquetipos de la humanidad. Haciendo un
estudio contemporáneo de la obra de Carl Gustav Jung iremos a observar, como
también en Freud, que ellos utilizaron la mitología para encontrar en nuestro
inconsciente profundo las señales de nuestras experiencias pasadas.
Y es exactamente en la mitología en la que nos iremos a detener
para pensar, de acuerdo Tiresias, el notable filósofo y profeta griego que era
ciego, y siendo invidente tenía una clarividencia extraordinaria, que cuando se
reunieron Cefiso y una gran diosa para la comunión matrimonial, Tiresias pudo
prever que iba a nacer de ese matrimonio un niño que sería el espécimen más
bello de la humanidad, por donde estuviera despertaría sentimientos múltiples,
pasiones, arrebatamientos. Pero una fatalidad, como una espada de Damocles
estaba por encima de su cabeza, estaba presta a caer. Nunca podría verse su
rostro. Gracias a eso nació Narciso.
Narciso era de una belleza incomparable, desde chiquito las
personas se apasionaban por él. A
medida que creció, en la segunda infancia, en la adolescencia, fue dominado por
la soberbia por tener personas, hombres y mujeres apasionados por él, y él
totalmente indiferente. Con este sentimiento de orgullo, de indiferencia por
las demás criaturas humanas, despertó la
contrariedad de Némesis, la diosa poderosa, que un día cuando estaba de
cacería en un bosque, la diosa lo inspiró para seguir hacia un lago, y entonces
por primera vez Narciso vio su imagen reflejada en el lago y se deslumbró.
Era el encuentro con la proyección de su personalidad, su
self. Su ego, que era su sombra, era la proyección y entonces al verse hace que se apasione por
su imagen, no se alimenta, así van decreciendo sus fuerzas y se muere.
Los dioses se quedaron dominados por una gran tristeza, y
las ninfas rogaron a Zeus que compensara a la tierra con la presencia de algo
semejante de Narciso. Dice la mitología que donde él murió nació una planta
verde, con una flor blanca, lidial, llamada Narciso, en homenaje a ese ser
mitológico extraordinario. Empero, lo
que es más fascinantes es que un día las ninfas se reunieron y de tanto oír
hablar de Narciso, fueron a preguntar a las aguas: - Vosotras que contemplaste
a Narciso, qué nos podréis decir, era tan bello como dice la tradición?. Y las
aguas dijeron: - Oh no… no sabemos, mientras él se miraba en las aguas,
nosotras nos mirábamos en sus ojos. Las aguas también eran narcisistas.
Este sentimiento de narcisismo lo tenemos todos, que podemos
llamar la ilusión, esta ilusión de una felicidad narcisista, que es responsable
por tantos conflictos de la criatura humana.
A la vez, aproximadamente en el año 580 antes de Cristo,
nace en el sur de India un muchacho que es heredero de un imperio, se llama
Siddharta Gautama. Recibe el imperio de sus ancestros y como sus padres lo
amaban demasiado, hacen de todo para que él no tenga nunca sufrimientos.
Construyen un palacio extraordinario, colocan murallas en su alrededor, bosques
fantásticos con aguas cantantes, jardines, placeres, y Siddharta es criado en
este lugar fabuloso, ideal, hasta llegar a la edad adulta.
De acuerdo con la tradición hindú, a los 14 años se casa,
posteriormente se hace padre, y las fiestas, los banquetes, las alegrías son
tan continuas que Siddharta es aparentemente feliz.
Hasta que un día, siente algo de melancolía y en ese
sentimiento de tristeza llama a un esclavo, a quien mucho amaba, y le pregunta:
- ¿Qué pasa más allá de las murallas,
será la vida todo esto, qué es esto…?. - Es una ilusión Señor, le contestó, es
una fantasía, la vida no son las sonrisas, los placeres, estas cosas de todos
los días… -¿Y cómo yo podría saber lo que pasa con el pueblo, con mis
súbditos…?. El esclavo le propone huir, discretamente por una parte de la
muralla.
Y llegado el día, en un caballo fantástico de nombre Kantak,
parte Siddharta Gautama, conducido por su esclavo y va a una aldea. Era una
aldea festiva, la gente pobre se mezclaba con aquellos que eran vendedores y
compradores. Súbitamente el esclavo lo lleva a los alrededores, donde Siddharta
ve a personas con heridas, ulceradas, señaladas por dolores terribles, la
máscara del sufrimiento en la faz, y le pregunta al esclavo: - ¿Qué es esto?. -
Señor, es la dolencia, el cuerpo es constituido de un material que se queda podrido
con mucha facilidad, un pinchazo con un alfiler puede destruir la estructura
del ser humano. Es la enfermedad, señor, es la dolencia. Y Saddharta se puso
más triste. El muchacho lo llevó hacia delante donde estaban personas ancianas,
sentadas, lamentándose. Y Siddharta preguntó:
- ¿Quiénes son?. - Son personas ancianas, señor, aquellos que no tienen
la visita de la enfermedad a medida que la vida pasa se quedan viejos,
desgastados, sufrientes, es el período más difícil de la vida. Y Siddharta se
quedó aún más triste. Llevándolo hacia delante, hacia el río Ganges, Siddharta
ha visto hogueras y preguntó: - Eso, ¿qué es?.
- Es la muerte, señor, todo lo que nace, muere y todo lo que muere se
descompone, se destruye. Siddharta fue dominado por una angustia tremenda y
cuando retornó al palacio, él ya no fue el mismo.
Se pasaron los meses y él decidió abandonar ese mundo de
fantasías, de ilusiones. Transfirió el poder para su mujer, sus hijos, su
suegra, y con un grupo de amigos partió hacia las montañas del Himalaya, para
poder meditar en un monasterio.
En el monasterio decían los maestros que es necesario vencer
el cuerpo, las exigencias de la materia, es necesario dominarla, y por doce
años Siddharta Gautama intentaba controlar los impulsos, negarlos, combatirlos,
hasta que percibió que cuanto más combatía las tendencias perturbadoras, más
fuertes se hacían las tentaciones.
Entonces, resolvió abandonar todo y salió por las carreteras
de la India, hasta encontrar un árbol bodia, un árbol de la sabiduría, se puso
en postura de lotus y al revés de negarse a sí mismo, comenzó a enfrentarse
mirar su realidad interior, viajando hacia adentro, cuando entonces se iluminó
y a partir de ese momento se hizo Buda. Se levantó, tenía una luminosidad
peculiar en la cara. En una oportunidad alguien le preguntó: - Señor, sois
Dios…?. - No, contestó. - Entonces, sois un ángel?. - Tampoco lo soy, por qué
me preguntas?. - Porque estáis iluminado señor. - Porque estoy consciente de mi
realidad, porque me conozco a mí mismo, entonces estoy iluminado.
Y marchando con todos aquellos que se acercaban a él,
fascinados por esta belleza y esta paz que de él se exteriorizaba como un
magnetismo, él llegó al parque de las gacelas y colocándose de pie comenzó a
decir: - Todo es sufrimiento, la vida es una sucesión de sufrimiento. Y comenzó
a cantar las cuatro nobles verdades de la doctrina que iría a tener los
fundamentos de su vida.
Ya que todo es sufrimiento, hay un sufrimiento del
sufrimiento. Qué peculiar, una enfermedad es un sufrimiento, y el dolor que la
enfermedad produce es el sufrimiento del
sufrimiento.
Ya que hay ese sufrimiento colectivo de todos los archivos
de nuestras actitudes, la segunda noble verdad entonces es: libertarse uno del
sufrimiento. Pero cómo hacer para libertarse del sufrimiento?.
Entonces viene la tercera noble verdad, cuando por ejemplo
el arquero tira la flecha, no se la puede detener. Ella va en dirección del
árbol, y allí entonces se clava, en el lugar para donde estaba dirigida. Son
nuestros actos, somos arqueros de nuestras experiencias, estamos tirando
flechas en todas las direcciones, es necesario saber conducirlas.
Y la cuarta noble verdad es: encontrar los fundamentos
básicos para la liberación del sufrimiento. Y propone ocho reglas fundamentales
para conseguirlo, entre ellas: Primero: amar, amar profundamente, con
fidelidad. Segundo: hablar correctamente. Tercero: pensar correctamente.
Cuarto: perdonar totalmente…
Así, de esa manera, por medio de los ocho propósitos
libertadores, la criatura humana encuentra su iluminación.
Narra ahora el mito creado al lado de Buda, que Maia, la
ilusión, cuando se dio cuenta que la Tierra estaba con este hombre que era la
realidad, la realidad del sufrimiento, Maia mandó a sus tres hijas para
seducirlo, y las tres comenzaron a bailar desnudas y al revés de sentirse
atraído por su sensualidad amándolas, sintiendo compasión, consiguió hacer que
se deshicieran. Entonces, Maia tomó un disco para lanzarlo e insertarlo en su
cuello y él se movió y el disco rompió una montaña.
Es la parte mitológica de la historia de Siddharta Gautama.
Cuando los dioses percibieron que él era la realidad, lo invitaron para que
fuera al Nirvana para que no se quedara en la Tierra y Siddharta se negó,
porque sabía que quedándose en la Tierra podría contribuir para la felicidad
humana.
Y dice el mito que luego de aquel momento a los 80 años se
murió y una hoguera espontáneamente comenzó a arder, y hubo una lluvia de
flores bendiciendo el momento en que Siddharta penetraba en el Nirvana.
Estamos delante de otro ángulo de la felicidad, ¿qué
felicidad sería ésta de Buda de la autoiluminación?
Vivimos un período en que la verdadera felicidad es poseer y
aquellos que son poseedores, son portadores de conflictos, de tremendos
conflictos. Y todos aquellos que están en esta búsqueda de placeres, de goces,
tienen stress, como iría a explicar Hans Selye, el autor de la palabra de
stress, que en 1936 acuñó la palabra para traducir ese cansancio, esa
indisposición resultado de una labor extenuante.
El stress ha tomado cuenta de la sociedad. Vivimos en una
sociedad estresada, una sociedad señalada por el desequilibrio, rica de
cultura, de academias, de intelectualismo, de teorías fantásticas y pobre de
sentimientos, pobre de paz, pobre de armonía.
La búsqueda de la felicidad debe partir de una actitud
interior de la criatura humana, como afirmaba muy bien Jung: El ser humano que
no consigue un sentido psicológico para su vida, no consigue vivir.
Viene el Espiritismo y nos dice que nuestro sentido de la
existencia humana es la conquista de nuestra inmortalidad. Somos seres
inmortales, estamos transitando en un cuerpo físico, vinculados por un
periespíritu, el modelo organizador biológico, que se encarga de plasmar en la
materia aquello que realizamos de orden emocional, de orden psíquico, aquello
que realizamos por intermedio de nuestros actos.
Y qué es este Espiritismo?. Allan Kardec, el notable
codificador de la doctrina, dice que el Espiritismo es una ciencia que estudia
el origen, la naturaleza y el destino de los espíritus y las relaciones que hay
con el mundo corporal.
Es decir que es una ciencia experimental, que fue presentada
el 18 de abril de 1857, un sábado en París, en el período de la ciudad luz,
cuando las academias despiertan para el materialismo mecanicista, casi en el
mismo período, un poco después, que Karl Marx presentó su ‘Manifiesto
comunista’ y estableció que la religión es el opio de las masas, surge el
Espiritismo como una doctrina de averiguación científica, fundamentada en la
experiencia de los hechos.
Los hechos son de fundamental importancia, porque el señor
Allan Kardec, seudónimo del admirable maestro y educador, pedagogo, Hipólito
León Denizard Rivail, establece que es necesaria una doctrina profunda para
conducir a la criatura a una religión.
Cuando hablamos de religión no nos referimos a la ortodoxia
ancestral, a una organización política religiosa económica, sino al significado
de la palabra latina ‘religare’: volver a ligar a la criatura con Dios, por
medio de una unión psíquica, de un sentimiento de amor, por intermedio de una religiosidad. Así como
diríamos de Leonardo Da Vinci, este hombre extraordinario tenía su religiosidad
en la pintura; Beethoven su religiosidad estaba en el trecho que oímos de su
Claro de luna, era ese espíritu mágico que podía describir la naturaleza, y que
sin embargo en la sordez, que le impedía escuchar el mundo, llegaba a escribir
la 9ª Sinfonía, absolutamente sordo, una de las obras más notables de la
Humanidad.
Y así podemos decir la religión del arte, la religión
espírita, que es constituida de una filosofía existencial, que explica qué
somos, de dónde venimos, para dónde vamos, por qué sufrimos…?. ¿Quién no se ha
peguntado hoy en día por qué yo sufro?, ¿por qué aquellos malos progresan y
aquellos que son buenos no logran alcanzar sus metas?.
Yo leí un libro impresionante de un rabino judío de New York
y es un libro pesimista. Él pregunta ¿por qué cosas malas acontecen a personas
buenas?. Porque él tenía un hijo que era portador de un problema tremendo y el
era un rabino justo, entonces concluía el libro de una manera trágica: No, Dios
no se preocupa por nosotros, somos hormigas y Dios estableció leyes, y estas
leyes son automáticas.
Tal vez si él tuviera oportunidad de leer ‘El Libro de los
Espíritus’ en la cuestión número 1 sabría que ‘Dios es la inteligencia suprema,
causa primera del Universo’. No es este
ser que marcha delante de los ejércitos para defender una patria y destruir la
otra. No es ese que bendice a uno y maltrata a los otros. No es un Dios parcial
que condena a la criatura humana por toda la eternidad.
Yo tengo una hermana que se suicidó en el año 1939, yo era
un muchacho de 12 años y recuerdo que fuimos con mi madre a la iglesia de la
religión que profesábamos, el catolicismo, al que respeto profundamente.
Entonces mi madre se dirigió al sacerdote para solicitarle una misa, del 7º
día, por el alma de mi hermana. Y el sacerdote un tanto indiferente, casi
profesional, le preguntó: - ¿Y de qué se ha muerto?. - Ella se suicidó, le
contestó. – Pero, ¿cómo se atreve?, contestó el sacerdote, cómo viene a pedir
la bendición de la iglesia para una suicida?. Ella está en el infierno señora,
y no se puede hacer nada. Yo sentí el alma destrozarse, porque ya estábamos
desesperados, y mi madre que era una mujer muy sencilla, analfabeta, le dio una
clase de psicología profunda, que vine a entender muchos años después. Le dijo:
- Padre, si Dios no perdona a su hija y la condena eternamente, yo lo detesto,
porque yo soy la madre y la perdono. Nadie se mata porque quiere Padre, hay
razones ocultas. Estaba ella hablando del trastorno depresivo bipolar de
afectividad, sin saberlo. - Ella debería estar muy triste, melancólica, porque
sufrió un golpe moral con su marido y optó por el suicidio, y aquí yo no vuelvo
nunca más, porque no es un Dios es un monstruo. Yo me quedé escandalizado, Dios
mío, ella iba a ser naturalmente excomulgada.
Pero para mí era una bendición, porque si mi madre no iba a ir más a la
iglesia, yo tampoco iría, porque yo tenia que ir a la misa, la misa de los
pobres, a las 5 de la mañana, porque las de las 9 y de las 10 eran las misas
más elegantes. Entonces yo le dije: - Madre, usted no volverá más a la iglesia.
- No. - Entonces, yo también no iré?. - No, tú irás. Yo no, porque el problema
es mío y de él, pero tu continuarás hasta el día en que yo pueda solucionar mi
problema con él.
Se pasaron los años, me hice espiritista y cuando mi madre
vino a vivir con nosotros en la capital de Bahía, y con mi papá, le dije: -
Mamá nosotros tenemos el hábito de orar, de leer el Evangelio de Jesús, de
estudiar las palabras de Jesús, porque el Espiritismo es una religión que nos
explica todo, y ella muy seria me preguntó: - Y hay Dios en el Espiritismo?. -
Es lógico, le dije, solamente hay un Dios. - Y el Dios del Espiritismo, perdona
hijo?. - No mamá, no perdona. - Pero Di, cómo Dios no perdona?. - Él no perdona
porque no detesta, para que haya perdón es necesario tener la enemistad, y Dios
ama siempre, en cualquier situación, Él ama sin cesar por eso no perdona.
Porque si tenemos un acto que es un desafío, una agresión a la ley, la ley
Divina se encarga de ajusticiarnos, cómo: renaciendo, retornando al proscenio
de la Tierra para poder rescatar el mal que nos hicimos a nosotros mismos.
Nadie perjudica a nadie, el bien que se hace, hace bien, y el mal que se hace
es un mal para él mismo.
Entonces esta mujer extraordinaria me tomó las manos y me
dijo: - Di, enséñame a amar a ese Dios, un Dios que es totalmente amor. Y
comenzamos a explicarle la grandiosidad de las leyes básicas del Espiritismo,
la creencia en Dios como causa universal. Si a alguien le complace llamarlo la
naturaleza, no es importante, importante es que hay una causa razonable, porque
el azar no puede producir la perfección, el desequilibrio no puede producir el
orden. Luego, la creencia en la inmortalidad del alma; en la multiplicidad de
las existencias corporales o reencarnación; la comunicación espiritual, que es
la prueba de que la vida continúa.
¿Cómo sabemos que la vida continúa?. Porque aquellos que
eran considerados muertos han vuelto, lo han demostrado, como lo hiciera
Charles Richet, premio Nobel de fisiología, en 40 años con 14 teorías
científicas de la metapsíquica, probando que la vida continúa.
Desde la tesis de la criptomnesia a la tesis del fraude, es
que Richet, William Croockes, César Lombroso, y los notables padres de la
ciencia del siglo XIX y XX intentaron indagar si se trataba de una
psicopatología, de un trastorno cerebral, de un momento de alucinación, de un
efecto natural de la epilepsia o de la histeria, pero la mediumnidad demostró
que los médiums somos ‘no normales’, somos ‘paranormales’. No somos anormales,
porque poseemos ese sexto sentido al que se refirió Richet, esa percepción de
una realidad intrapersonal. Paranormal.
En investigaciones realizadas más tarde por notables
científicos de los siglos XIX, XX y ahora, en el siglo XXI, la continuidad de
la vida es tan fascinante, que me permito proseguir con la historia de mi
hermana.
Cuando mi madre estaba muriéndose, en el año de 1972, 33
años después, estaba yo a su lado, ella intubada, cuando con mucha dificultad
me miró y me dijo: - Di, yo volveré, yo se que eso es verdad, después de mi
muerte yo volveré para confirmártelo. Y yo le dije: - Mamá, no es necesario
confirmarme, porque yo veo a los muertos, como usted ya sabe, me comunico con
ellos, escribo, dialogo… Y ella me dijo: - Pero yo volveré. Muy emocionado le
dije: - No vuelva mamá, su vida fue un calvario, fuimos pobres, toda su vida
fue de abnegación, le pido que no vuelva. Mamá era una mujer bajita, y las
bajitas son tremendas, las altas no, mucho trueno y poca lluvia; las pequeñitas
ya comienzan lloviendo. Entonces esta mujer tremenda me miró y me dijo: - Tú
quieres discutir con tu madre en la hora de mi muerte?. Entonces, ya ganó la
discusión, me callé, y ella hizo un coma. Y cuatro o cinco horas después del
coma, ella se despertó y me dijo: - Di, tu papá está aquí, Nair – mi hermana
suicida- ella está diciéndome ven mamá, ayúdame porque sufro!. Treinta y tres
años después de aquella decisión suicida, aún sufría. Porque el suicidio es un
crimen hediondo delante de las leyes divinas, como la pedofilia, la pena de
muerte, el suicidio se caracteriza como tenebroso, como tantos otros, la eutanasia, el aborto
provocado, son crímenes en contra de la vida, nadie tiene derecho de matar a
otro ser humano. En cuanto a los
animales, la situación es diferente,
quizás si es necesario por el mismo equilibrio de la Tierra. Entonces
ella me dijo: - Volveré, y se marchó.
Yo la he visto al desencarnar, en todos los detalles, cómo
fue desprendiéndose junto a su periespíritu, desde los pies, la forma en que lo
hizo, hasta que se rompió el último ligamen, el del centro coronario, no el
umbilical, como muchos dicen. Del centro coronario se deshizo un cordón de
plata, y la he visto quedarse de pie.
Se pasaron los días, nueve días, y yo estaba en una ciudad
del sur de Brasil dictando una conferencia sobre la inmortalidad del alma y en
un momento cuando me doy vuelta, allí está ella, tan real como antes, lúcida,
me tiende las manos y me dice: - Hijo he vuelto, como te había prometido. Yo me
quedé parado, emocionado, y ella dijo: - Prosigue, habla de la inmortalidad, es
el sentido de la vida. Y yo hable, hasta que al terminar muy emocionado la he
visto.
Diez años después, retornando de un viaje desde los Estados
Unidos, me vino la idea de ir a visitar a Chico Xavier, este notable
paranormal, el más notable del siglo XX, médium incomparable, cristiano, el
hombre llamado Amor, no se por qué me vino una añoranza y di una vuelta. Yo
vivo en el nordeste del Brasil y fui al centro oeste.
Llegué, era un día miércoles, y en ese día él me mandó a decir que me esperaba por la
noche, era un día que no tenía atendimiento público. Fui con mi anfitrión y
comenzamos a charlar, a contar hechos, a narrar experiencias, cuando de repente
me dice: - Divaldo, vamos a orar. Nos sentamos en una mesa enorme, él y su
empelada doméstica, yo y mi amigo, con
lapiceros, papeles, entonces oramos. En trance, yo comencé a escribir y él
también. Cuando yo terminé, era un mensaje del Espíritu doctor Adolfo Becerra
de Menezes para Chico. Me quedé avergonzado, pero tuve que leerla. Y cuando
paré, Chico me dijo: - Divaldo, sabes de quién es el mensaje?, es de tu madre
Doña Ana. Yo le dije: - No me digas. Y el dijo: - Sí, porque hoy es el día que
se cumplen diez años de su desencarnación. Yo no me recordaba, de ninguna
manera.
Cuando mi mamá estaba en la carne yo le decía: - Tú eres tan
inteligente, que yo te enseño a leer y escribir en una semana. Y ella me
contestaba: - Hijo, yo ya soy diplomada por la vida, en la universidad de la
vida y no quiero poner confusión en mi cabeza.
En ese momento Chico comienza a leer: - Di, hijo querido, tú
pretendías enseñarme a leer y a escribir… -y eso nadie lo sabía, era una cosa
entre ella y yo-, y yo en estos años, me he recordado de las experiencias
intelectuales de otras vidas, para escribirte esta carta. Eran 32 páginas y me
hablaba de mis doce hermanos, nombre por nombre, en el orden en que nacieron,
del más viejo hacia mí, que soy el último. Ha hablado de la psicología de cada
quien, dile a Genesio, nuestro querido temperamental, dile a Fulano, cuyo
carácter es tan fuerte, dile a Ildeth… Es curioso porque en portugués este
nombre comienza con ‘h’ y termina en ‘t’, pero en mi hermana se escribía
Ildeth, y así correcto lo escribió Chico.
Y también surgió un dato importante, me dijo que cuando
llegó fue recibida por una amiga muy querida, que se murió el 7 de julio de
1932 en nuestra querida Feria de Santana. Todo lo que tenía el mensaje era
verdad, que yo podía constatar, pero aquel dato no me era posible comprobar, yo
estaría con cinco años cuando se murió esta amiga suya. Entonces, fui al
Registro de óbitos para averiguar si ese
dato era verdadero, y no lo encontré. No había nadie con ese nombre desde 1928
hasta 1934, examiné todos, con el auxilio de un asistente que el Alcalde, mi
amigo, puso a mi lado.
Entonces, le pedí a un amigo que siguiera investigando,
porque ese dato era fundamental, no podía Chico haberse equivocado. Mi amigo
continuó por seis meses investigando y no podía encontrar el registro de esa
muerte.
Hasta que un día mi amigo fuera de sí, me contó que dijo: -
Doña Ana, ya que usted me creó este problema, a mí y a Divaldo, dígame dónde
está el registro de la muerte de esta mujer. Y tuvo una iluminación, un momento
de inspiración y él se recordó que en 1932 la ciudad de Feria de Santana era
una provincia inmensa, y que en el año ’46 una ley dividió la provincia en
otros municipios. Será que ella estuviera sepultada en un municipio que en
aquel entonces era la ciudad?. Y tomó el mapa correspondiente al año 1932 y
dijo voy a visitar a todos los municipios. Y fue a uno, y cuando llegó, tomó el
libro de óbitos de la iglesia y allí estaba, vino sepultada acá la señora Fulana
de tal, del centro de la ciudad, que no pudo enterrarse en el centro de la
ciudad porque era protestante, no tenía derecho a tierra sagrada, entonces está
sepultada en la bóveda número tal.
Sacamos una copia de la información para probar la realidad
de este hecho parapsicológico, porque de este dato solamente sabía mi madre y
la señora. Se la di a un amigo mío, científico, para que hiciera un estudio comprobando la
inmortalidad del alma.
Pero lo más fascinante es que un poco después mi madre me
dice: - Di, Nair se va a reencarnar, como dijiste, ella vendrá para
reencarnarse, para reparar el crimen que se había practicado en contra de ella
misma. Y yo le pregunté: - Pero dónde se reencarnará, aquí en Brasil?. - Sí. - Y dónde mamá?. - En Salvador, respondió,
en nuestra ciudad y tú irás a encontrarla. Ella vendrá con las marcas del
suicidio y no intentes una cirugía plástica para cambiar el destino.
Se pasaron dos años, un poquito más, cuando me llamó el
portero de nuestra institución, que abarca un área muy grande, tenemos 58
edificios hoy, un área de 80.00 metros cuadrados, entonces me llamó el portero
porque había llegado una señora afrodescendiente con algo cubierto. La señora
temblaba, era una persona que vivía de la basura de la ciudad, y vino a pedir
socorro porque su hijita estaba muriéndose. Cuando yo saqué la manta que la
cubría, era un cadáver, no tenía fuerzas, la tomé y la llevé inmediatamente a
nuestra clínica. Nosotros tenemos una policlínica a 20 metros de la salida,
llamé a mi hijo médico y comenzamos a atenderla, aplicar suero a la señora,
suero a la niña, y con un algodón mojado de leche comencé a pasar en sus
labios, y ella de a poco fue pasando la lengua, y yo decía… qué cosa… - Señora,
cómo es el nombre la niña?. Y la señora me dijo: - Pienso que voy a morirme, no
abandone a la niña. - Eso está garantizado, ella será hija mía, tenga la
seguridad. Ella me contestó: - Yo tuve un sueño, cuando estaba embarazada de mi
primera experiencia sexual, tenía hambre y entonces me vendí para comer y me
quedé embarazada. Me apareció una viejita, de cabellos blancos, llena de
ternura y me dijo: Te voy a prestar a mi hija que se llama Nair, para que te
encargues de ella, por eso es que la niña entonces se llama Nair.
Era el nombre de mi
hermana, era la forma de mi madre en las palabras que había dicho en sueño a la
mujer. Y en ese momento ví llegar a mi madre, que me dijo: - Ahí está, labio
leporino bifocal, que es la marca del veneno que destruyó el periespíritu, el modelo
organizador biológico.
Comenzamos a cuidar de la niña las 24 horas y ella se
mejoró, la madre se mejoró, internamos a la niña, conseguimos un trabajo para
la señora y la colocamos cerca de nosotros. Cuando tenía cinco años, tenía
dificultades fónicas, yo estaba caminando cuñado ella gritó: - Di-Di…! Yo me
quedé petrificado, la única persona en la Tierra que me llamó Di-Di, era mi
hermana Nair, la única, entonces me paré, me volví y vino la africanita fea,
pero linda, con el labio leporino, vino corriendo y saltó diciendo: - Di-Di…,
cuántas añoranzas tengo de ti!. Porque mi hermana me amaba mucho. Entonces la
estreché, me senté y le pregunté: - Por qué me llamaste Di-Di?. - Porque
siempre te llamé Di-Di. Yo soy Nair. - Sí claro, dije, yo se que tú eres Nair.
- No Di-Di…!, la otra…!. - Cuál otra?, le pregunté. - La otra, dijo, la que se
murió. Entonces se acostó, se durmió y la retuve.
Cuando cumplió siete años, me preguntó: - Di-Di, yo iré a
vivir mucho?. - No, será una vida corta para completar el período que tú
tomaste de la ley. - Di-Dí, y yo voy a sufrir mucho?. - No, no, dije, serás
inmensamente feliz. Súbitamente, dos semanas después tuvo una bronquitis que se
transformó en una pulmonía galopante, se murió en 48 horas. La madre está
todavía con nosotros, hasta hoy.
Se pasaron diez años y nuevamente mi madre se me presenta y
me dice: - Di, Nair está de vuelta, pero ahora rescatada, completa, por la
justicia de Dios que se llama Amor.
El Espiritismo vino a predicar la caridad, la única manera
de encontrar nuestra dignidad humana, la única forma de encontrar nuestra
realidad, esta realidad que somos, no la apariencia que tenemos, no la ilusión
de Narciso, la ilusión de Maia, pero sí la realidad de Siddharta Gautama.
El Espiritismo es la respuesta de Dios a las interrogaciones
de la Tierra, prometido por Jesús vino para que podamos cambiar el mundo, por
intermedio del cambio de nosotros mismos. No podemos esperar que el mundo por
sí solo cambie para mejor, pero él será mejor cuando cada quien se haga mejor y
se trasforme para construir una sociedad feliz.
Entonces, decía Thomas Hart que la criatura humana ha
perdido la dirección de Dios, estamos encontrando esa dirección de Dios en el
Espiritismo, con la visión junguiana, la visión de que necesitamos de un
sentido-objetivo para la vida y que nadie puede vivir si no tiene un sentido
psicológico para la existencia.
¿Cuál es ese sentido psicológico?. Es amar, quien ama es
feliz, quien desea ser amado es un niño psicológico, es una criatura
maltratada, que aún vive su niñez de conflictos.
Estando en esta Institución, que tiene esta Casita de Amor,
que se ha transformado en un verdadero nido de ternura, he visto a alguno de
los niños, y todos los niños del mundo son iguales, cambian de nombre y de
dirección, pero son iguales.
Después de haber visitado tantos países, de haber penetrado
en organizaciones del primer mundo, y del mundo que no tiene rumbo, como en los
países del África, Mozambique, Angola y otros, he visto la miseria, la muerte
por hambre, que es algo terrible que debería avergonzar al mundo, como en
África donde 3 millones de personas están condenadas a morirse, el hambre
absoluto en Sudán y otros países con una sequía de más de 100 años, como nunca
existió antes. Mientras tanto el mundo civilizado decreta en la ONU que es
necesario ayudar y a la espera de este “necesario” están muriendo más de 10.000
niños por día, por absoluto hambre. Deberíamos tener vergüenza de nuestro
narcisismo, de nuestra indiferencia.
Y entonces, vienen los Espíritus a invitarnos a la vivencia
del Evangelio de Jesús, a traer a estos niños a un comedor, como una atracción
para prepararlos para enfrentar la vida.
Estamos en un momento cumbre de nuestra evolución, mucha
ciencia y poco amor. La ciencia nos ilumina la mente, el amor dulcifica el
corazón. La ciencia es un ala, es necesario tener la otra para volar con
sabiduría, la síntesis del conocimiento con el sentimiento. Y eso a todos
nosotros nos interesa…
¿Qué podemos hacer?. Amar… es tan fácil amar. Alguien me
preguntó: ¿cómo puedo amar?, amando más a quien ya amas. Es fácil amar un
poquito más a quien ya se ama. Decirle yo te amo, no tener vergüenza de decir
que se ama y comenzar a desarrollar este sentimiento de ternura, aprender a
sonreír.
La verdadera salud integral es ese estado
psíquico-emocional-orgánico y socio-económico como define la Organización
Mundial de la Salud. Entones hagamos una cruzada, yo los invito a esta cruzada
de amor, si acaso les gustaría darle otro nombre, qué importa, lo esencial no
es la denominación, sino el acto de poder amar, hasta un día en que nosotros
entendamos que tenemos un papel que desempeñar en nuestra sociedad, no podemos
cruzar los brazos y decir soy indiferente, porque el crimen, la violencia que
nos miran, la depresión que no elige a este en detrimento de aquel, el
disturbio o el síndrome del pánico, las enfermedades degenerativas, hacen parte
de nuestra vida, como dijera el esclavo a Siddharta Gaudama, un alfiler si está
contaminado puede quitar la vida.
Hagamos una cruzada de amor, de ternura, la criatura humana
necesita de amistad, de una sonrisa, un apretón de manos, un abrazo, una
palabra de bondad pueden cambiar completamente la vida.
Pero vivimos un momento de tanta inquietud, de tanto
sufrimiento. Al revés de reclamar, de quejarnos, miremos cuánto tenemos para
agradecer y mientras tanto no valoramos. Digamos así entonces…
Señor yo gustaría de decirte que amo la vida, que para mí es
bella y consentida…
Muchísimas gracias señor por la mirada mía, que me permite
ver la tierra, el cielo y el mar, y contemplar las flores con todos sus
colores, gracias porque puedo contemplar.
Pero delante de mi mirada detecto a los ciegos, que no
pueden mirar, que andan en la oscuridad, que sufren, abandonados en la soledad.
Por ellos yo oro, y tengo seguridad de
que en la otra vida volverán a mirar…
Gracias por los oídos míos, que me fueron donados por Dios,
oídos que oyen la música del cancionero, la música de los inmortales que se
oyen una vez y no se olvidan nunca más, oídos que oyen la melodía de la
naturaleza, el sufrimiento del pueblo. Pero delante de los oídos míos, yo
detecto a los sordos que no pueden escuchar y oro por ellos, tengo la certeza
que después de este sufrir, en el otro existir, volverán a escuchar…
Gracias por mi voz y por su voz, por la voz que ama, que
canta, que enseña, que alfabetiza, que canta una canción, por la voz que
presenta la vida, que murmura la ternura, gracias porque puedo hablar. Pero
delante de mi alegría yo encuentro en la tierra a los que sufren de afasia, no
cantan de noche, no hablan de día, yo oro por ellos, porque yo se que después
de esta vida, en la otra vida, volverán a cantar…
Gracias por mis manos, manos que abrazan, manos de ternura,
manos que libertan de las amarguras, manos de los adioses, manos que aprietan
manos, manos de sinfonías, psicografías, de poesías, de cirugías, manos que
limpian el sudor del sufrimiento, que atienden a la vejez, manos que en el seno
mantienen el cuerpo de un hijo ajeno…
Y por los pies, que me llevan a caminar sin reclamar,
gracias señor porque yo puedo caminar, delante de mi cuerpo perfecto yo miro en
la tierra a los estropeados, a aquellos que están atormentados de esos cuerpos
amputados, y yo se que después de esta expiación, en la otra reencarnación
ellos también bailarán…
Muchísimas gracias por mi hogar, es tan maravilloso tener un
hogar, aunque ese hogar no sea tan importante como una mansión, o que es una
villa miseria, un apartamento de lujo, un duplex, o un nido, una casa en el
camino, sea lo que sea, pero que adentro haya la presencia del amor, amor de
madre o de padre, de marido, de mujer, de hijo, la presencia de un amigo, de
alguien que me tienda la mano, porque es tan terrible vivir en la soledad, por
lo menos tener un perro para acompañarme, porque si yo no tengo nada ni a
nadie, ni un techo para cubrirme ni una cama para acostarme, ni así reclamaré.
Al contrario te diré, Señor muchísimas gracias porque nací, gracias porque creo
en ti, por tu amor…
Por su atención… muchísimas gracias…”.
Sociedad Espírita “Te Perdono”.
La Plata, 3 de septiembre de 2011
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