Un año en el PRO
DOLORES LUSSICH·MIÉRCOLES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2015
Me sentiría mal si llegamos al 22 de noviembre y no puedo contarlo. Durante
el 2013 trabajé para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y quiero
contar lo que viví. Quiero que lo sepan los votantes del PRO, tienen que
saber lo que están votando. Tienen que saber que les mienten. Lo primero
que hay que decir es que entré a trabajar en una “Unidad de Proyectos
Especiales”, me costó mucho entender que era eso, hasta que en un
momento entendí que era humo. Me acababa de recibir y necesitaba la plata.
La unidad estaba a cargo de Paula Uhalde, que había trabajado en Coca-Cola
Latinoamérica, así que el lugar tenía como una onda Disney Channel. Ese
tipo de gente es el PRO –no vienen de militar en política, de hacer
voluntariado social, vienen del empresariado y del “sálvese quien pueda”–
Mucha gente joven, con poca cultura política, y con un discurso de
pragmatismo vs. “ideología” Se trata de hacer por hacer. Tenían: algunas
referencias en un intendente colombiano y dos o tres nociones sobre la
ciudadanía, con eso les alcanzaba para sostener un monstruo digno de Cris
Morena que ocupa dos pisos en un edificio del centro. Habían inventado un
ministerio de la ciudad, que depende directamente de Larreta. Es decir,
inventaron una instancia de Gobierno, que se mantiene con la plata de los
contribuyentes, que no se dedica a nada en particular y que no figura en la
conformación de ministerios tradicionales de la ciudad. Esta unidad sólo se
sostiene en el deseo del PRO de hacer campaña desde instancias de gobierno.
Toda la onda era muy managing, las reuniones de after office en terrazas de
microcentro, donde esta camada de la “nueva política” contaba cómo había
estado el brain storming en el think tank. Cuando les pregunté cuales son sus
estrategias políticas me contestaron que, cómo no vienen de la política, en
realidad no tenían, pero que estaban armando grupos de discusión con
distintos especialistas, para ir armando algo. O sea, no tienen idea de lo que
harían si fueran gobierno nacional. Por eso proponen un “cambio” sin
contenido. En horario laboral, nos mandaban a reclutar vecinos para las
elecciones en las mesitas con globos, a hablar con las personas casa por casa
y hacer propaganda del PRO. En la oficina de “construcción barrial” tenías a
un dirigente que supuestamente era peronista, que aparecía cada tanto en la
oficina, pero en realidad se la pasaba en Tequila con su amigote que también
trabajaba ahí. Un día yo había comentado que estaba haciendo un doctorado
en Filosofía y Estudios de Género y que me gustaría contactarme con
personas que estuvieran trabajando la temática. El dirigente me dijo que
todo eso era un bolazo, que las minas son tremendas y que él, como abogado,
siempre defendía a los golpeadores. Ah bueno, vos sos el enemigo, le dije.
Este era el hombre a cargo de la construcción territorial. Su unidad lo que
hace es ir cada tanto a un barrio y pintar una esquina, que antes estaba
abandonada. La pintura la sacan de donaciones de empresas y el trabajo lo
hacen los mismos vecinos. O sea, ellos llevan las banderas del PRO, leen un
discurso y se sacan una foto que mandan a la prensa. Yo era parte del equipo
que escribía las gacetillas para la prensa. Era un archivo formato y lo
rellenábamos con los datos de cada esquina y algún línea del discurso (que
también escribíamos nosotros) A mí me habían contratado para hacer el
anuario. Se gastaron miles y miles de pesos en hacer un libro que contara lo
que habían hecho en dos años, nada digno de mención, más que un par de
proyecciones de cine argentino al aire libre. Esto lo usaba la jefa como carta
de presentación para seguir escalando adentro del PRO. El resto del tiempo
nos la pasábamos buscando lugares para hacer los encuentros de referentes
del partido donde se bajaba línea del PRO. También tenían el proyecto de
“ciudad verde” donde empezaron lo de la separación de la basura, que está
muy bien, y castraron un par de perros en un evento en Lugano. Lo más
triste de todo era la pata “cultural”. Básicamente arman unos muñecos
horribles, de los personajes de la historieta argentina, como Mafalda o el
Linyera y los ponen en algún lugar de la ciudad, en un acto donde Larreta
habla y todos se sacan fotos para el diario. Mientras tanto recortan el
presupuesto para los ministerios de asistencia social, cierran centros
culturales y oficinas de defensa y contención a personas que sufrieron abusos
sexuales. Toda esa idea de los monigotes dando vueltas por la ciudad
siempre me pareció tan apuntada hacia al turismo, tan una pátina de cultura,
tan de esa mentalidad que mira para afuera indignada porque Buenos Aires
no es Miami, N.Y., Paris o Barcelona. Además, sólo piensan en Buenos Aires.
El país: “si te he visto no me acuerdo” Había un pibe en mi equipo que vino
una semana y no lo vi nunca más. Una compañera, que había sido secretaria
de la jefa me explicó: ese pibe entró porque le debían un favor a Patricia
Bullrich. Entonces le dan un puestito, un sueldo y un escritorio, pero no
tiene que venir. Entonces me pregunta ¿Vos sabés cuantos contratos hay
acá? ¿Sabés si todos vienen? O sea ellos, los que se llenaban la boca contra la
corrupción, tenían las prácticas más corruptas. Si esto pasa en este nivel, no
me quiero imaginar lo que tejen en la cúpula. Los sueldos eran ridículamente
altos. Lo que me explicó mi compañera es que a muchos la jefa les decía: yo
te contrato, vos cobrás tanto y a fin de mes me das tres lucas de ese sueldo a
mí. El resto de la plata se iba en remeras de colores para los eventos, la
banda de música para la presentación de lo muñequitos del cómic, etc.
Además, la usaban para irse en grupo a Colombia para hacer estudios sobre
este referente en “Construcción Ciudadana” que es básicamente la idea de
que lo que hay que hacer es dejar de sostener la presencia del Estado para
que sea el vecino mismo el que deje de “quejarse” y logre un “cambio” Como
si los problemas de nuestra sociedad, –con gente viviendo en la calle– fueran
de “actitud” Como si alguien eligiera ser pobre. Neoliberalismo en versión
new age. Lo peor es que es muy seductor. En un lugar puedo entender que
para muchos de mi generación, que crecieron en democracia y tuvieron su
adolescencia en los noventa, este discurso tiene mucho sentido. Hacerse
cargo del Otro, del que necesita, parece una molestia. En una reunión, en un
departamento en Libertador, una vecina se quejaba de las plantas que se
habían puesto en los camino de la bicisenda en Zona Norte. Le parecía que
tal planta no tenía nada que ver con el lugar. Eso sí que es tener las
prioridades claras. Ahí también escuché que a Macri lo habían hecho entrar
en la política las quejas de sus amigos. Decían que no podían cambiarle el
encordado a las raquetas de tennis por el cepo a las importaciones. El pibe
que nunca había sido aceptado por sus compañeros del colegio Newman, al
que nunca dejaron de ver como un “nuevo rico” ahora tiene la oportunidad
de “pertenecer” y no va a descansar hasta probarles a los Newman que puede
ser uno de ellos. Cuando dejé de trabajar ahí, porque me salió una beca
doctoral en el CONICET, leí una nota Página 12 que contaba la denuncia que
le hizo una comunera socialista a Paula Uhalde porque una empleada que
había sido parte del comité para seleccionar las licitaciones ahora no sólo las
presentaba, sino que las ganaba. Esto está legalmente prohibido. En la nota
de Werner Pertot de Página 12 del 23 de febrero del 2015 cuenta que a una
comunera socialista “rastreó cinco licitaciones en las que Uhalde (la ex
empleadora) le adjudica una licitación a una ex empleada antes de esa fecha.
Las licitaciones son:- Una primera, adjudicada el 30 de mayo de 2014, para
la producción integral del evento de cierre del Paseo de la Historieta por un
total de 200 mil pesos. - Otra licitación el 23 de junio de 2014, por 35.500
objetos de publicidad por un total de 429.500 pesos. Eran para promocionar
la campaña de “Ciudad Verde”.- Una tercera, del 8 de julio de 2014, por
220.560 volantes por un millón 236 mil pesos. También formaban parte de
la campaña “Ciudad Verde”.- Una cuarta, del 15 de julio de 2014, donde se le
adjudica a la ex empleada por 150 mil pesos la entrega de remeras de la
campaña “Ciudad Verde”.- Por último, la quinta licitación, del 18 de julio de
2014, para adquisición de más prendas de vestir que decían “Ciudad Verde”
por un monto de 10 mil pesos.” Cuando leí eso ya me había ido hacía tiempo,
pero de alguna fue uno de los detonantes para este escrito. Por otro lado, no
sorprendió leerlo. La única vez que tuve que pasar por la parte de tesorería se
quedaron con 1.200 pesos míos y me bicicletearon durante meses. Estaban
organizando un evento y me encargaron el regalo para los asistentes. En el
caos de la organización compré unos vinos y los pagué de mi bolsillo.
Finalmente, nunca me devolvieron la plata. Es decir que yo, con mi sueldo,
pagué el vino que se tomaron el rabino Bergman, Ivan Petrella, y cia. Cada
vez que iba a tesorería me pedían que les detalle un ítem diferente. Me
pedían que le diga a la bodega que ponga “cajas de galletitas y chocolates” en
la factura porque no podían rendir alcohol en el gasto público. Sino podés
comprar vinos con la plata del Estado ¿para qué le pedís a tu empleado que
los compre? Finalmente nunca me lo pagaron. Por lo menos no entré en esa
secuencia corrupta donde detallan un gasto por otro, con plata que viene de
los trabajadores y ciudadanos. Por supuesto la denuncia a Uhalde está
archivada y desde hace meses que no se mueve. O sea que todos los
argumentos de campaña del macrismo son mentira. No sólo no son la
anticorrupción, sino que son la corrupción misma. Tampoco son los
abanderados de la “independencia de los poderes” porque las denuncias
contra ellos se cajonean. Trabajé un año para estas personas, y no tienen la
capacidad ni los recursos para gobernar un país sin hundirlo, endeudarlo y
venderlo. Tampoco tienen una preocupación social legítima. No les interesan
los que menos tienen. Con su discurso light de pastor de la new age, se llenan
la boca con palabras como “juntos”, “diálogo”, “valores” y después votan en
contra todas las leyes que se proponen. Es imposible que estuvieran en
contra de todas esas iniciativas (que ahora defienden en su campaña) Está
claro que para ellos lo partidario está por encima de la gestión del bien
común y eso es consecuente con su formación. Todos ellos vienen del mundo
empresarial, para ellos el Otro es la competencia. Lo que hay que hacer no es
colaborar, sino competir y sacar una tajada más grande. El 22 de noviembre
lo pensaría dos veces antes de entregarles el país.
Dolores Lussich
DOLORES LUSSICH·MIÉRCOLES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2015
Me sentiría mal si llegamos al 22 de noviembre y no puedo contarlo. Durante
el 2013 trabajé para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y quiero
contar lo que viví. Quiero que lo sepan los votantes del PRO, tienen que
saber lo que están votando. Tienen que saber que les mienten. Lo primero
que hay que decir es que entré a trabajar en una “Unidad de Proyectos
Especiales”, me costó mucho entender que era eso, hasta que en un
momento entendí que era humo. Me acababa de recibir y necesitaba la plata.
La unidad estaba a cargo de Paula Uhalde, que había trabajado en Coca-Cola
Latinoamérica, así que el lugar tenía como una onda Disney Channel. Ese
tipo de gente es el PRO –no vienen de militar en política, de hacer
voluntariado social, vienen del empresariado y del “sálvese quien pueda”–
Mucha gente joven, con poca cultura política, y con un discurso de
pragmatismo vs. “ideología” Se trata de hacer por hacer. Tenían: algunas
referencias en un intendente colombiano y dos o tres nociones sobre la
ciudadanía, con eso les alcanzaba para sostener un monstruo digno de Cris
Morena que ocupa dos pisos en un edificio del centro. Habían inventado un
ministerio de la ciudad, que depende directamente de Larreta. Es decir,
inventaron una instancia de Gobierno, que se mantiene con la plata de los
contribuyentes, que no se dedica a nada en particular y que no figura en la
conformación de ministerios tradicionales de la ciudad. Esta unidad sólo se
sostiene en el deseo del PRO de hacer campaña desde instancias de gobierno.
Toda la onda era muy managing, las reuniones de after office en terrazas de
microcentro, donde esta camada de la “nueva política” contaba cómo había
estado el brain storming en el think tank. Cuando les pregunté cuales son sus
estrategias políticas me contestaron que, cómo no vienen de la política, en
realidad no tenían, pero que estaban armando grupos de discusión con
distintos especialistas, para ir armando algo. O sea, no tienen idea de lo que
harían si fueran gobierno nacional. Por eso proponen un “cambio” sin
contenido. En horario laboral, nos mandaban a reclutar vecinos para las
elecciones en las mesitas con globos, a hablar con las personas casa por casa
y hacer propaganda del PRO. En la oficina de “construcción barrial” tenías a
un dirigente que supuestamente era peronista, que aparecía cada tanto en la
oficina, pero en realidad se la pasaba en Tequila con su amigote que también
trabajaba ahí. Un día yo había comentado que estaba haciendo un doctorado
en Filosofía y Estudios de Género y que me gustaría contactarme con
personas que estuvieran trabajando la temática. El dirigente me dijo que
todo eso era un bolazo, que las minas son tremendas y que él, como abogado,
siempre defendía a los golpeadores. Ah bueno, vos sos el enemigo, le dije.
Este era el hombre a cargo de la construcción territorial. Su unidad lo que
hace es ir cada tanto a un barrio y pintar una esquina, que antes estaba
abandonada. La pintura la sacan de donaciones de empresas y el trabajo lo
hacen los mismos vecinos. O sea, ellos llevan las banderas del PRO, leen un
discurso y se sacan una foto que mandan a la prensa. Yo era parte del equipo
que escribía las gacetillas para la prensa. Era un archivo formato y lo
rellenábamos con los datos de cada esquina y algún línea del discurso (que
también escribíamos nosotros) A mí me habían contratado para hacer el
anuario. Se gastaron miles y miles de pesos en hacer un libro que contara lo
que habían hecho en dos años, nada digno de mención, más que un par de
proyecciones de cine argentino al aire libre. Esto lo usaba la jefa como carta
de presentación para seguir escalando adentro del PRO. El resto del tiempo
nos la pasábamos buscando lugares para hacer los encuentros de referentes
del partido donde se bajaba línea del PRO. También tenían el proyecto de
“ciudad verde” donde empezaron lo de la separación de la basura, que está
muy bien, y castraron un par de perros en un evento en Lugano. Lo más
triste de todo era la pata “cultural”. Básicamente arman unos muñecos
horribles, de los personajes de la historieta argentina, como Mafalda o el
Linyera y los ponen en algún lugar de la ciudad, en un acto donde Larreta
habla y todos se sacan fotos para el diario. Mientras tanto recortan el
presupuesto para los ministerios de asistencia social, cierran centros
culturales y oficinas de defensa y contención a personas que sufrieron abusos
sexuales. Toda esa idea de los monigotes dando vueltas por la ciudad
siempre me pareció tan apuntada hacia al turismo, tan una pátina de cultura,
tan de esa mentalidad que mira para afuera indignada porque Buenos Aires
no es Miami, N.Y., Paris o Barcelona. Además, sólo piensan en Buenos Aires.
El país: “si te he visto no me acuerdo” Había un pibe en mi equipo que vino
una semana y no lo vi nunca más. Una compañera, que había sido secretaria
de la jefa me explicó: ese pibe entró porque le debían un favor a Patricia
Bullrich. Entonces le dan un puestito, un sueldo y un escritorio, pero no
tiene que venir. Entonces me pregunta ¿Vos sabés cuantos contratos hay
acá? ¿Sabés si todos vienen? O sea ellos, los que se llenaban la boca contra la
corrupción, tenían las prácticas más corruptas. Si esto pasa en este nivel, no
me quiero imaginar lo que tejen en la cúpula. Los sueldos eran ridículamente
altos. Lo que me explicó mi compañera es que a muchos la jefa les decía: yo
te contrato, vos cobrás tanto y a fin de mes me das tres lucas de ese sueldo a
mí. El resto de la plata se iba en remeras de colores para los eventos, la
banda de música para la presentación de lo muñequitos del cómic, etc.
Además, la usaban para irse en grupo a Colombia para hacer estudios sobre
este referente en “Construcción Ciudadana” que es básicamente la idea de
que lo que hay que hacer es dejar de sostener la presencia del Estado para
que sea el vecino mismo el que deje de “quejarse” y logre un “cambio” Como
si los problemas de nuestra sociedad, –con gente viviendo en la calle– fueran
de “actitud” Como si alguien eligiera ser pobre. Neoliberalismo en versión
new age. Lo peor es que es muy seductor. En un lugar puedo entender que
para muchos de mi generación, que crecieron en democracia y tuvieron su
adolescencia en los noventa, este discurso tiene mucho sentido. Hacerse
cargo del Otro, del que necesita, parece una molestia. En una reunión, en un
departamento en Libertador, una vecina se quejaba de las plantas que se
habían puesto en los camino de la bicisenda en Zona Norte. Le parecía que
tal planta no tenía nada que ver con el lugar. Eso sí que es tener las
prioridades claras. Ahí también escuché que a Macri lo habían hecho entrar
en la política las quejas de sus amigos. Decían que no podían cambiarle el
encordado a las raquetas de tennis por el cepo a las importaciones. El pibe
que nunca había sido aceptado por sus compañeros del colegio Newman, al
que nunca dejaron de ver como un “nuevo rico” ahora tiene la oportunidad
de “pertenecer” y no va a descansar hasta probarles a los Newman que puede
ser uno de ellos. Cuando dejé de trabajar ahí, porque me salió una beca
doctoral en el CONICET, leí una nota Página 12 que contaba la denuncia que
le hizo una comunera socialista a Paula Uhalde porque una empleada que
había sido parte del comité para seleccionar las licitaciones ahora no sólo las
presentaba, sino que las ganaba. Esto está legalmente prohibido. En la nota
de Werner Pertot de Página 12 del 23 de febrero del 2015 cuenta que a una
comunera socialista “rastreó cinco licitaciones en las que Uhalde (la ex
empleadora) le adjudica una licitación a una ex empleada antes de esa fecha.
Las licitaciones son:- Una primera, adjudicada el 30 de mayo de 2014, para
la producción integral del evento de cierre del Paseo de la Historieta por un
total de 200 mil pesos. - Otra licitación el 23 de junio de 2014, por 35.500
objetos de publicidad por un total de 429.500 pesos. Eran para promocionar
la campaña de “Ciudad Verde”.- Una tercera, del 8 de julio de 2014, por
220.560 volantes por un millón 236 mil pesos. También formaban parte de
la campaña “Ciudad Verde”.- Una cuarta, del 15 de julio de 2014, donde se le
adjudica a la ex empleada por 150 mil pesos la entrega de remeras de la
campaña “Ciudad Verde”.- Por último, la quinta licitación, del 18 de julio de
2014, para adquisición de más prendas de vestir que decían “Ciudad Verde”
por un monto de 10 mil pesos.” Cuando leí eso ya me había ido hacía tiempo,
pero de alguna fue uno de los detonantes para este escrito. Por otro lado, no
sorprendió leerlo. La única vez que tuve que pasar por la parte de tesorería se
quedaron con 1.200 pesos míos y me bicicletearon durante meses. Estaban
organizando un evento y me encargaron el regalo para los asistentes. En el
caos de la organización compré unos vinos y los pagué de mi bolsillo.
Finalmente, nunca me devolvieron la plata. Es decir que yo, con mi sueldo,
pagué el vino que se tomaron el rabino Bergman, Ivan Petrella, y cia. Cada
vez que iba a tesorería me pedían que les detalle un ítem diferente. Me
pedían que le diga a la bodega que ponga “cajas de galletitas y chocolates” en
la factura porque no podían rendir alcohol en el gasto público. Sino podés
comprar vinos con la plata del Estado ¿para qué le pedís a tu empleado que
los compre? Finalmente nunca me lo pagaron. Por lo menos no entré en esa
secuencia corrupta donde detallan un gasto por otro, con plata que viene de
los trabajadores y ciudadanos. Por supuesto la denuncia a Uhalde está
archivada y desde hace meses que no se mueve. O sea que todos los
argumentos de campaña del macrismo son mentira. No sólo no son la
anticorrupción, sino que son la corrupción misma. Tampoco son los
abanderados de la “independencia de los poderes” porque las denuncias
contra ellos se cajonean. Trabajé un año para estas personas, y no tienen la
capacidad ni los recursos para gobernar un país sin hundirlo, endeudarlo y
venderlo. Tampoco tienen una preocupación social legítima. No les interesan
los que menos tienen. Con su discurso light de pastor de la new age, se llenan
la boca con palabras como “juntos”, “diálogo”, “valores” y después votan en
contra todas las leyes que se proponen. Es imposible que estuvieran en
contra de todas esas iniciativas (que ahora defienden en su campaña) Está
claro que para ellos lo partidario está por encima de la gestión del bien
común y eso es consecuente con su formación. Todos ellos vienen del mundo
empresarial, para ellos el Otro es la competencia. Lo que hay que hacer no es
colaborar, sino competir y sacar una tajada más grande. El 22 de noviembre
lo pensaría dos veces antes de entregarles el país.
Dolores Lussich
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