Existe un hilo conductor que une todos estos hechos aparentemente aislados:
El arma alimenticia como parte de la estrategia de dominación mundial de las multinacionales.
Como señalaba el Dr. Arpad Pusztai, bioquímico, del Instituto Rowett Research Institute, Escocia:
"La agricultura, e incluso las semillas, se han convertido en armas en manos de una corporación global para lograr el dominio del mundo, a través del control de la producción de alimentos" .
La consecuencia de la propagación efectiva de enfermedades como el hongo Ug99 y otras, la extensión de los OMG, la utilización de la tierra fértil para biocombustibles, la falsa epidemia de SIDA en el tercer mundo y la monopolización de la diversidad genética en bancos centralizados como en el Arca de Noe vegetal, unida al aumento del precio de los alimentos será producir más hambre todavía y una reducción de la población, que es el objetivo de los poderosos desde hace décadas.
Los motivos de este proyecto de despoblación fueron enunciados hace 60 años cínicamente por el gurú George Kennan en 1948 cuando dirigía el equipo de planificación del Departamento de Estado Norteamericano: "Poseemos aproximadamente el 50 % de la riqueza mundial, pero solamente el 6,3 % de su población... Nuestra verdadera labor en el porvenir es desarrollar un sistema de relaciones que nos permita mantener esta posición de desigualdad sin poner en peligro nuestra seguridad nacional" .
El presidente de los EE.UU. Lyndon Johnson actualizó ingenuamente la situación en un discurso pronunciado en Alaska, ya en
noviembre de 1966: " Tenemos una desventaja de 15 a 1. Si la fuerza tuviera razón, inundarían Estados Unidos y se llevarían lo que tenemos. Nosotros tenemos lo que quieren".
Lo que no dice es que "Nosotros" somos los que robamos la tierra y masacramos a los pobladores originarios de Norteamérica en un genocidio sin precedentes. Cree el ladrón que todos son de su condición…
Es decir, que el enemigo es el mundo entero. Johnson advirtió que "si no lo hacemos bien, se abalanzarán sobre nosotros para quitarnos lo que es nuestro".
Esta amenaza para los intereses de los EE.UU. de los países pobres actualmente se ha convertido sólo en una parte del problema.
Hoy en día, los Estados Unidos poseen una población que es menos de un 5% de la población mundial, además son incapaces de alimentarla y de cubrir sus necesidades fundamentales como la sanidad.
En realidad, hoy el enemigo no sólo son los países pobres del Tercer Mundo y del sur, sino también los pobres de los países ricos, que van en aumento, incluso en la propia cuna del
Imperio. En ambos casos, se trata de excedentes de población y se establecen estrategias para suprimirlos.
Pero la orientación racista de los programas de control de la población no deja lugar a dudas de que hay algo más en este asunto que el control de los recursos planetarios.
Alexander King, notable por sus reformas en la política de educación y más tarde presidente del Club de Roma, reconoció en una entrevista para el Schiller Institute que el problema era que
"la proporción de la raza anglosajona había caído al 15%, mientras que la negra, mestiza y amarilla constituían el 85% de la población mundial."
Y, de acuerdo con él, esta tendencia tenía que cambiarse urgentemente .
Mucho antes, Bertrand Russell, escribía en su libro "Perspectivas de Civilización Industrial":
"La población blanca mundial pronto dejará de aumentar... Las razas menos prolíficas tendrán que defenderse contra las más prolíficas con métodos repugnantes, pese a ser necesarios".
El estancamiento anunciado por Russell hace años ya se ha producido y no deja de aumentar.
Posteriormente en 1974 el Memorando 200 del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSSM200):
"Implicaciones del crecimiento de la población mundial para la seguridad nacional y los intereses externos de los Estados Unidos, definió claramente cual era el principal peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos: el aumento de la población en el tercer mundo. que fue secreto y se desclasificó en 1991.
¿Por qué el crecimiento de la población en el Tercer Mundo es una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos?
Ese mismo documento lo explica claramente:
"La localización (por parte de los países del Tercer Mundo) de reservas conocidas de minerales de la mayor calidad, favorece una mayor dependencia de las regiones industrializadas
respecto a los países menos industrializados...
Es posible que empresas extranjeras sean expropiadas o sometidas a intervenciones arbitrarias: a través de acciones de los gobiernos, conflictos laborales, sabotajes o desordenes civiles. Con ello, la llegada de materia prima se vería comprometida.
A pesar de que la presión demográfica no constituye el factor determinante, los peligros serán menores si se reducen las condiciones de crecimiento de la población".
Queda claro en el NSSM-200 que el control de las materias primas y de las reservas minerales del Tercer Mundo es el interés de la estrategia de seguridad de los Estados Unidos. La amenaza contra este interés del crecimiento de la población, en realidad, es una coartada para encubrir la amenaza real: los países del Tercer
Mundo (especialmente los que tienen una población creciente y desigualdades también crecientes) podrían rebelarse contra el robo de minerales y materias primas que llevan practicando
desde hace más de un siglo Estados Unidos y otros países.
El Memorando además reconoce que la estrategia debe apoyarse "en organizaciones internacionales estimadas y creíbles como la ONU, UNICEF, la OMS, el Banco Mundial, etc".
Y efectivamente así se ha hecho. Recuerda los ejemplos anteriormente citados de cómo la OMS ha participado en los programas de anticonceptivos implantables o vacunas anticonceptivas.
En esa época Henry Kissinger dirigía el Consejo de Seguridad y George Bush era director de la CIA.
Henry Kissinger declaró en los años 70:
"Si controlas el petróleo controlas el país; si controlas la alimentación, controlas la población".
El memorando 200 era una continuación de la serie de documentos del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos elaborados entre 1974 y 1977 por Henry Kissinger y Brent Scowcroft que exigían medidas enérgicas para detener el crecimiento de la población de los países subdesarrollados.
Estas medidas fueron aplicadas en millones de mujeres de todo el mundo con la colaboración de las principales organizaciones citadas anteriormente, de la OMS y del FMI. Por citar sólo un ejemplo de esa estrategia: sólo en Brasil el número de mujeres esterilizadas creció alrededor del 400 por cien en cinco años, desde el estudio que hizo en 1986 el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística con la colaboración del Fondo Monetario Internacional que le impuso programas de reducción de la natalidad como cláusula imprescindible para negociar la deuda externa.
En 1988, un documento de estrategia militar "Disuasión selectiva" de Fred Ikle y Albert Wohlsteter, ex funcionarios del gobierno de Reagan y Bush y seguidores de la escuela diplomática de Kissinger, confirmó esa prioridad catalogando el crecimiento de la población del tercer mundo entre las grandes amenazas a la seguridad nacional de los Estados Unidos y expresa la esperanza de que las epidemias, incluyendo la de SIDA, ayuden a ponerle remedio.
El grupo especial que redactó la sección demográfica lo encabezaron Gregory Foster, de la Universidad de Defensa Nacional de la Agencia de Inteligencia de Defensa, y el embajador Marshall Green, quien en 1976 fue designado por el entonces jefe del CSN, Brent Scowcroft, para dirigir la política de reducción de población, en cumplimiento del Memorando de Seguridad Nacional 200 y la Directiva de Seguridad Nacional 314, de 1974, precedentemente citado .
La amenaza del crecimiento de población no sólo se afronta con programas directos de anticonceptivos y de esterilización, sino también con el fraude del SIDA.
Como los pobres por definición ya no tienen las enfermedades endémicas de la desnutrición no se les dan los medicamentos que efectivamente las curan. Un buen ejemplo es el de Uganda, que dedicaba a principios de los años 90 sólo 36.000 dólares a la malaria endémica mientras dedicaba millones de dólares al sida, en el que trabajaban setecientas ONGs.
La consecuencia es evidentemente que se muere más gente de enfermedades tratables.
Simultáneamente se desvían los presupuestos hacia el SIDA, lo que en la práctica se traducen en inversiones en el terrorismo sexual para que la gente no tenga relaciones y reparto de condones.
La consecuencia también es evidente: menos nacimientos.
Es decir en ambos casos reducción de la población.
El SIDA servirá además como coartada para los programas antiinmigración por motivos sanitarios.
Otra forma de reducir la población es el arma alimentaria. Por ejemplo chantajeando a los países con el arma que suponen los programas de ayuda y alimentos.
Alan Gregg de la Fundación Rockefeller dijo:
"La superpoblación es un cáncer; nunca he oído que un cáncer se curara alimentándolo".
El documento NSSM-200 también plantea que hay que chantajear a los países del tercer mundo fomentando el hambre y otros métodos, como estimular revueltas populares: "El arma
de los alimentos debe ser utilizada. Los gobiernos del tercer mundo que no se sometan voluntariamente al programa de reducción de población, deberán ser forzados a esa sumisión
por estos medios: denegarles el crédito por parte del FMI, incitar a la rebelión a la población hambrienta, etc." .
En la misma línea, Erhlich proponía ya en 1967: "Negar toda ayuda ajena a un país de población creciente, el cual creemos que no hace un esfuerzo máximo para limitar su población".
Esta estrategia coincide con la planteada en otros documentos, tales como el informe del Consejo de Población, que hemos citado anteriormente, en el que se plantea no sólo usar el arma de los alimentos, sino también ejercer "presiones políticas" sobre
los gobiernos o sobre grupos religiosos disidentes, llegando inclusive a "cambios de soberanía", una forma "delicada" de hacer referencia a los siniestros métodos, que son conocidos:
Promocionar sangrientos golpes de estado para implantar gobiernos títeres terroristas o simplemente fomentar la guerra.
En ambos casos, con la ventaja adicional de aumentar las ventas de armamento y de poder robar los recursos de estos países.
Según los poderosos, sobra gente y, por lo tanto, su objetivo es reducir la población por cualquier método a lo que denominan "capacidad de carga del planeta", que según ellos es de unos 2.000 millones de personas.
Como somos ya más de 6.000 millones puedes irte planteando si te vas a quedar en el tercio elegido o si te interesa quedarte.
Resaltemos que evaluar la capacidad de carga a 2.000 millones de personas carece de base científica.
Como por ejemplo reconoce el Principe Felipe de Inglaterra, "el planeta puede alimentar a 10.000 millones pero esto sería irresponsable con la naturaleza."
Recordemos que este entusiasta de la despoblación es el fundador de la asociación "ecologista" mas grande del mundo: la World Wildlife Foundation cuya versión española ADENA es presidida por su majestad el Rey de España.
El planeta puede alimentar a la población actual e incluso a más, pero a condición de que se repartan los recursos y se cambie de raíz el insostenible modelo de desarrollo imperante.
Según un Informe del PNUD el gasto inmediato para erradicar el hambre y dar asistencia sanitaria básica a todo el mundo sería de 13.000 millones de dólares al año; y recuerda que esto es menos de lo que dedican los norteamericanos y europeos ricos a la comida de sus animales domésticos y de lo que gastan en perfumes .
Pero mucho mejor sería hablar otros negocios que enriquecen a los mismos que proponen la despoblación: los armamentos y la droga situados entre los tres más rentables. El otro es el petróleo en cuyo altar han sido inmolados más de dos millones y medio de iraquíes desde 1991.
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